Reseña:
Más de tres cuartos de entrada en tarde de climatología variable. Se lidiaron seis novillos de la ganadería de Trinidad, bien presentados; mansos y rajados a excepción de 4to, que fue bravo con clase, y 5to, que fue noble y colaborador. Hernán Tapia, silencio y silencio; Diego Silveti, oreja y dos orejas; Andy Cartagena, oreja y ovación con saludos.
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La tarde de hoy se celebró la primera novillada de la feria. Y mire usted por dónde, resultó ser hasta ahora, el festejo más interesante de lo que llevamos de feria.
Su completa obra inició frente a un incierto y manso ejemplar de La Trinidad, de armónicas hechuras, con el que estuvo muy firme y poderoso. Lució con la capa en un gran quite por saltilleras, muy ovacionadas por el respetable. No le importó la descompuesta embestida del novillo en su muleta, la cual resolvió con enorme solvencia y aplomo, ofreciendo siempre el engaño por delante y llevando muy sometido al de Trinidad. Falló en su primer intento con la espada pero la autoridad, con buen criterio, le concedió el primer trofeo de la tarde.
Saltillera de Diego Silveti |
Pase del desdén de Diego Silveti |
Con su segundo estuvo, si cabe, más apabullante. Dio cara a un precioso toro jabonero, que fue un noble y colaborador. Estructuró una faena muy compacta y plena de torería, con las zapatillas siempre clavadas al piso, sin moverse y templando siempre las embestidas del toro, a pesar del viento reinante. Se tiró a matar a ley, y aunque la espada quedó un tanto desprendida, la presidencia de plaza le concedió las dos orejas, quizá en compensación de la que perdió en su primero.
Andy Cartagena encela al pupilo de La Trinidad |
Andy Cartagena volvió a dar espectáculo con sus cabalgaduras, a pesar de no contar con ejemplares propicios para un triunfo redondo. Cortó una oreja de su primero tras una labor muy vistosa y entregada. A su segundo, un manso y rajado novillo, le buscó las vueltas logrando momentos muy importantes, pero finalmente falló con los aceros.
El penoso contraste lo vivió el torero local Hernán Tapia, que tuvo una tarde muy desdibujada. Si bien su primero tenía algún problema en la vista, por el pitón izquierdo tomaba la muleta con franqueza y se desplazaba; aún así, Hernán estuvo inseguro, medroso y transmitió la sensación de que el compromiso le pesó una barbaridad. El cuarto de la tarde fue un gran ejemplar, bravo y noble, de esos que encumbran toreros. Sin embargo, Tapia poco sacó en claro con el buen ejemplar de Triana, demostrando un preocupante verdor, aún cuando ya lleva tiempo en esto.
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