Bienvenidos a TOROS EN ECUADOR

Bienvenido, amigo aficionado. Lo que aquí encontrará es un esfuerzo de un aficionado como usted, que siente la fiesta con pasión e ilusión. Desde aquí ofreceré mi modesto y muy personal punto de vista sobre la fiesta; podrá encontrar también crónicas de festejos, en distintas partes del territorio ecuatoriano; análisis los momentos más importantes de la fiesta en el mundo taurino.

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Grai
Fabián

domingo, 9 de diciembre de 2007

Ecos de la Feria de Quito 2007: Se esperaba más

Decíamos antes del inicio de la Feria que acaba de concluir que, sobre el papel, las combinaciones eran de categoría. La empresa quiteña había estructurado unos carteles que definitivamente componían la mejor feria de este lado de la América taurina. Pero como dice el conocido adagio taurino, “el hombre propone… y luego sale el toro, y todo lo descompone”.

EL TORO

Se esperaba más, mucho más, de la Feria de Quito del 2007; cabía esperar más del toro bravo, habida cuenta del gran nivel mostrado por las ganaderías –y sobre todo por Huagrahuasi y Triana- en el año anterior. Y es que nadie podía suponer ni imaginar que en un año se experimentaría una caída tan abrupta en el juego de los astados corridos en este ciclo ferial, que deja una honda preocupación entre la afición y gente del toro.
De todo el inventario ganadero lidiado en los 9 días de feria, destacaron con nota alta Injuriado, de Carlos Manuel Cobo, al que toreó “El Fandi” cortándole un apéndice; también de esta casa ganadera fue Lanudo lidiado magistralmente por Julián López “El Juli”, así como Semillero y Largapuyas, que tuvieron mucha clase pero que no fueron bien comprendidos ni toreados por el torero local Carlos Yánez. En términos generales, la del 2007 ha sido una muy buena feria para la ganadería de Carlos Manuel Cobo, que por cierto, suponemos será el último año que lidie bajo este nombre y hierro.

Dieron también un juego aceptable Tornado y Caramelo, de Campo Bravo, corridos la tarde del 2 de diciembre y que fueron a parar en manos de Eugenio de Mora y el ecuatoriano Diego Rivas, respectivamente. Vale decir, por cierto, que Tornado recibió una excesiva vuelta al ruedo, una vez que fue pasaportado, en uno de los tantos desaciertos que se le apuntan al palco presidencial en esta feria.

Un año más hay que reconocer la irreprochable presentación de los astados de La Trinidad, todos con el trapío como para una feria de la categoría que pretende tener la de Quito. Fueron, en líneas generales, mansos pero muy manejables para sus lidiadores, y bien pudieron haber permitido un triunfo mayor del que obtuvieron los toreros, de haber tenido éstos más oficio y acierto.

Los pupilos de Santa Coloma tuvieron aviesas intenciones con sus lidiadores; de hecho, uno de ellos cazó al tercer aviso al torero salmantino Domingo López Chaves, propinándole una fuerte cornada de tres trayectorias en el muslo izquierdo. Sabemos que los toros de este hierro no permiten errores y que exigen mucho al torero, pero estos… fueron otra cosa.

Santa Rosa volvió mostrar un bajo nivel de casta este año. Algo habrá que hacer para refrescar urgentemente la sangre en esta casa ganadera, que tantos éxitos ha cosechado en el pasado.

Mirafuente tampoco las trajo consigo. Uno de cinco es mal balance, si se considera que ni ese uno – lidiado por Joao Moura la tarde del 1 de diciembre- tuvo un comportamiento demasiado claro durante la lidia.

Los afamados hierros de Huagrahuasi y Triana no cumplieron con las expectativas que quedaron servidas a partir de la gran feria que dieron el pasado año. Santa Coloma, Santa Rosa y Mirafuente siguen en el apartado de “pendientes”, pues llevan ya al menos un par de años que no levantan el nivel.

LOS TOREROS

César Rincón se despidió en figura de nuestra plaza, con un toreo plagado de sobriedad y templanza. La pena fue, eso sí, que no tuviera material un poco más propicio como para redondear su única y última actuación en el ruedo quiteño.

Enrique Ponce tuvo el santo de espaldas: ora por la mansedumbre de los toros que le cupieron en suerte, ora por su mal uso de los aceros, su obra quedó sin tener el reconocimiento numérico que sus trasteos merecían, pero dejó, sin duda, hondo calado en la afición de Quito.

Julián López “El Juli” refrendó un año más en Quito su indiscutible categoría de primerísima figura de la fiesta. Realizó, pese a los veredictos finales y premios concedidos, la faena más rotunda y consistente de este ciclo ferial, y su actuación en conjunto ha sido de una gran categoría.

Sebastián Castella no rayó al mismo nivel que en años anteriores. Más allá de que no tuvo los toros propicios para triunfar rotundamente, en este año se le ha visto repetitivo, carente de sorpresa y chispa, y con un repertorio limitado. Salió a hombros la última de feria, merced a una oreja demás, concedida por la autoridad de modo benevolente. Triunfo sin fuerza para un torero del que se espera mucho más.

Fue una pena el percance del salmantino Domingo López Chaves, pues su presencia en el abono suponía aquella dosis de frescura y renovación que requiere año a año el cartel de toreros de la feria. Nos dejó una mínima muestra del tamaño de su corazón y de su hambre por de llegar a ser figura del toreo. Ojalá lo volvamos a ver.

Eugenio de Mora tuvo la mitad de posibilidades para triunfar, pues sorteó un toro muy complicado de Santa Coloma, que a más de ser manso, tuvo malas ideas y no le permitió apenas hacer nada. Aprovechó mejor al de Campo Bravo, y dio vuelta al ruedo luego de una faena aseada, pero mal colofonada con la espada.

El francés Juan Bautista dejó sólo detalles de su toreo de mucho mando y clase. Estuvo muy firme y asentado con sus dos oponentes, que fueron mansos y no dieron posibilidades.

Miguel Ángel Perera, dio muestras de su hondura y gran toreo en cuanto tuvo la oportunidad de correr y bajar la mano, como es su estilo, a sus oponentes. Tampoco tuvo material propicio el pacense para poder reeditar su gran actuación del pasado año.

El joven torero Daniel Luque cayó de pie ante esta afición, por su valor sereno y su muy buen concepto del toreo. Ojalá la empresa piense nuevamente en este joven torero sevillano, pues hay que verle. Seguro será uno de los toreros que repunten la próxima temporada europea.

Ninguno de los tres novilleros españoles acartelados en esta feria no tuvieron una actuación redonda. El líder actual del escalafón, Pepe Moral, dejó bastante que desear, y demostró que no siempre el que más torea, es quien mejor torea.

Miguel Tendero tiene mucho por caminar. Cosa similar sucede con Juan Luis Rodríguez, que recién ha comenzado a torear con caballos y al que se le nota su falta de oficio y sitio.

Por cierto, a la Feria de Quito deben venir novilleros que ya tengan un rodaje y un nivel de prestigio que no desmerezcan el caché del ciclo ferial más importante de América.

El joven rejoneador lusitano Joao Moura estuvo realmente bien durante las tres tardes en las que actuó. Salvo quizá el último ejemplar que lidió en nuestra plaza, ninguno de los que le cupieron en suerte tuvo las prestaciones para que el caballero rejoneador brille con intensidad en esta feria. No tuvo, pues, material para triunfar, y habrá que verlo con animales que realmente se empleen en sus cabalgaduras para poder medir las reales cualidades de este rejoneador de dinastía, que dejó muy buenos momentos.

Da la impresión de que el llamado “Festival del Recuerdo” va perdiendo cuerpo y categoría, pues al cartel de este año se han apuntado dos toreros que no aportan ni interés ni categoría al festival: Pepe Luis Vázquez y Eduardo Dávila Miura no suponen un aliciente o interés particular para el aficionado. Víctor Méndez sí que tiene el tirón y el interés para el aficionado, pues siempre emociona verlo con los palos, o lidiando con su poderosa muleta.

Ojalá el año venidero la empresa cuide y pula mejor este cartel, que a más de ser de beneficio social, tiene que tener mayor categoría, acorde a esta feria.

Los coletas nacionales

Carlos Yánez logró “salvar el bote” con el corte de una oreja al segundo de su lote, un buen toro de Carlos Manuel Cobo, luego de haber estado perdido en la lidia de su primer ejemplar. Lo vimos sin la forma física ni técnica que se requiere para seguir en esto.

Guillermo Albán justificó con creces su inclusión doble en los carteles. La verdad es que el torero guayaquileño mereció mejor suerte en sus dos tardes, que estuvieron salpicadas por extraños sucesos y detalles que fueron evidentes para todo el público. En la conciencia de quien tuvo la palabra final quedará un resultado que es mentiroso para Albán, y que no refleja lo que en realidad hizo en el ruedo. Una feria de la que se lleva un magro trofeo, pero que fácilmente pudieron ser dos ó tres de no ser por esos “duendes extraños” –como bien definiera el periodista Santiago Aguilar- que se hicieron presentes algunas tardes de feria. En todo caso, quedaron patentes sus importantes progresos y las enormes ganas por cumplir con una afición de la que es ídolo indiscutible.

Diego Rivas se alzó con el trofeo del “Jesús del Gran Poder” por una esforzada aunque irregular actuación la tarde de su única presentación. Medió también, y hay que decirlo, un paisanaje desbordado que influyó en el buen criterio de la autoridad, que premió, quizá excesivamente, el trasteo al tercero que hubo que lidiar el torero de la tierra, que si bien fue enjundioso y vibrante, careció de los argumentos requeridos para premiar con dos orejas a la labor de un torero.

Juan Francisco Hinojosa bien pudo marcharse con tres orejas en su esportón, la tarde del 6 de diciembre, de haber estado más espabilado y manejado mejor los aceros. Hay que reconocerle, sin embargo, que su andadura profesional recién comienza y que muy poco ha toreado el ambateño como para pedirle cuentas más exigentes. Se le espera con ilusión y se le apuntan muy buenas maneras, pero para dar el salto cualitativo que el torero requiere, tendrá que irse pronto fuera del país, para poder hacerse torero.

En el escalafón de novilleros, Martín Campuzano volvió a dejar patentes sus maneras y su gran potencial. Éste es otro prospecto interesante que tiene que irse pronto fuera para seguir su preparación.

Álvaro Samper ha depurado su manejo del percal, y eso le valió para hacer el toreo de capa más hondo y vistoso de toda la novillería que actuó en la feria de este año. Se le nota también más puesto que el pasado año, pero tuvo la mala suerte de no poder rematar la tarde por una lesión en su rodilla derecha. Ojalá que el año que viene pueda repetir la interesante temporada que hizo en tierras europeas en el 2007, pues es la única forma de crecer como torero.

Los Hombres de Plata

A gran altura han rayado algunos de los toreros de plata del país. Es el caso de Darwin Granizo, que ha hecho una gran feria, tanto en la brega como con los rehiletes. También ha estado a nivel superior Juan José San Martín, que ha convertido el tercio de banderillas en un espectáculo: lo hace con muchísima verdad y exposición, y casi siempre deja los palitroques en todo lo alto.
Milton “El Diablo” Calahorrano ha mantenido el mismo gran nivel de años anteriores, siendo un permanente apoyo para sus compañeros y para los matadores a los que ha asistido en esta feria.

Bien han estado Hernán Tapia, Carlos Tapia y Nahum Salazar, picadores nacionales que cubrieron con dignidad y solvencia la suerte de varas durante este ciclo ferial.

LA AUTORIDAD

Llena de altibajos ha sido la actuación de la presidencia de plaza en esta feria. Ha tenido una actitud intransigente y poco coherente en algunas decisiones, que provocaron el reclamo airado de la afición. Por ejemplo, no concedió, vaya usted a saber por qué, la oreja en la segunda faena de Guillermo Albán, en su segunda comparecencia, que fuera pedida mayoritariamente por el público; tampoco le concedió la oreja a “El Juli” en su segunda comparecencia, luego de que lidiara de manera inteligente y templada al segundo de su lote, y al que mató, además, de una gran estocada, que a la postre fue declarada la mejor de la feria; tampoco le dio la oreja al francés Sebastián Castella, aunque el público la pidió con fuerza con pañuelos, sombreros y otros adminículos, que aparentemente el presidente de plaza no alcanzó a observar.

Se dejó ver también en su falta de consistencia para el envío de los recados o avisos. Unos, después de haber excedido sobradamente el tiempo reglamentario, y otros, en cambio, antes de que se cumpla el tiempo, como sucedió con el caso del francés Sebastían Castella.

Ordenó vuelta al ruedo para un toro que no tuvo todos los atributos para ello, como fue el caso de Tornado, de Campo Bravo, pero no le ordenó igual premio para Injuriado, que fue un gran toro, de Carlos Manuel Cobo, que fue muy ovacionado en el arrastre.

También ha tenido parte de responsabilidad en haber aprobado para la lidia ejemplares con el trapío inadecuado para la plaza de Quito. La autoridad, y también la empresa, deben abrir el espectro a otras ganaderías que bien podrían lidiar en la feria venidera, pero este es un trabajo que debe arrancar desde ya, y no cuando falten pocos meses para que inicie la feria.

EL PÚBLICO

El público que se dio cita a la Plaza de Toros Quito ha sido festivo y respetuoso, en su gran mayoría. Sabe aquilatar y valorar el toreo bueno, cuando éste se hace presente en el ruedo. Mantiene silencio y se engancha fácil cuando hay un torero que hace las cosas de verdad. Esto fue especialmente evidente durante la actuación del maestro César Rincón, cuando el público guardó un silencio reverente y expectante durante toda la actuación de Rincón.


Todavía se debate, sin embargo, con ciertos juicios equivocados, como por ejemplo, el de pitar a los del castoreño tan pronto aparecen en el ruedo. O a pitar fuertemente pidiendo las orejas para un torero, que podría incluso interpretarse como una reprobación a su labor.

El aficionado debe aprender a pedir las orejas con los pañuelos, y premiar así trasteos y faenas que, por peticiones insuficientes –según manifiesta la autoridad- quedan sin ser premiadas.

Ha de mantener también un respeto para la autoridad de plaza, que sabemos comete errores, pero a la cual tiene que respetar, y sobre todo, abstenerse de ir a lo personal en los epítetos y gesticulaciones.

miércoles, 5 de diciembre de 2007

FALTÓ CONVICCIÓN. Crónica, 8va. De Feria

Reseña
Casi lleno en tarde soleada y ventosa. Se lidiaron cinco novillos de la ganadería de LA TRINIDAD, de irreprochable presencia y trapío, mansos aunque manejables en conjunto; y uno, de MIRAFUENTE (3ro.), manso y complicado. Álvaro Samper, ovación con saludos en el único que mató; Juan Luís Rodríguez, vuelta al ruedo y oreja; Miguel Tendero, silencio y palmas tras dos avisos.

Si algo debe pedírsele a los que se inician en este duro mundo es entrega y esfuerzo. Es obvio que al principio saltan a la vista las carencias y limitaciones propias de la falta de oficio, pero que deben ser superadas y compensadas con la actitud, que fue precisamente lo que les faltó a los novilleros actuantes de esta tarde.

Álvaro Samper estuvo muy entonado con el capote en su primero, jugando bien los brazos y andándole hacia los medios al de La Trinidad, que fue manso pero con movilidad, y que quedó crudo luego de un encuentro insignificante con los montados.

De modo que el cornúpeta se vino arriba, y le fue complicado al novillero de la tierra domeñar las recias embestidas de un animal que siempre atacó sin mayor claridad ni clase. Lo mató de estocada trasera y algo tendenciosa y recogió saludos desde el tercio.

Con su segundo, un precioso toro castaño, serio pero muy armónico de hechuras, volvió a lucirse toreando de capa, haciéndolo todo muy despacio y con gusto.

Vino el revés para Samper con la muleta, cuando trataba de hacerse con el bruto en los primeros pasajes de la lidia de muleta, el de La Trinidad le golpeó con la pala del pitón en su rodilla derecha, doblándosela de fea manera y provocándole rotura de los ligamentos interno y cruzado.

El dolor de su lesión se le vio de inmediato en su rostro y en su incapacidad absoluta para mantenerse en pie. Fue llevado por las asistencias a enfermería, y fue Rodríguez quien debió pasaportar al cuarto, que tenía mucho para torear.

Juan Luís Rodríguez saludó con gusto a la verónica a su primero. Lo más destacado fue quizá su vistoso quite “al alimón” junto a su amigo y paisano Miguel Tendero, con quien lució a la chicuelina, ligada a una tafallera y bellamente rematada con una revolera vistosa, que fue muy ovacionada por el público.

Su trasteo muleteril fue templado aunque de expulsión, siempre a media altura y sin ajustarse ni comprometerse en ningún momento. Así y todo, tuvo pasajes destacados, sobre todo toreando con la mano diestra. Tras una estocada caída y trasera se le pidió la oreja que la presidencia de plaza, con buen criterio, no concedió y otorgó, eso sí, la vuelta al ruedo para el joven torero.

Con su segundo trató de emplearse más, aunque no hubo lucimiento con la capa. Con la muleta realizó una faena que tuvo pasajes aislados y muletazos sueltos con empaque, pero que en conjunto formaron una obra sin mayor fondo ni acoplamiento. Se tiró a matar, ahora sí, con rectitud y aunque dejó una espada muy caída, la gente pidió mayoritariamente la oreja, y la presidencia mostró el pañuelo blanco.

Miguel Tendero se mostró más rodado y con mayor sitio que su paisano, pero igualmente no tuvo la fibra que debe poner un novillero que pretende sacar la cabeza en esta difícil profesión. Y más aún, en una plaza como la de Quito, que merece ver a novilleros con mayor oficio y cualidades.

Tendero lanceó a la verónica sin mayor ajuste en su primero, que salía suelto de la suerte en las primeras de cambio. Fue complicado el de Mirafuente, con el que Tendero no acabó de centrarse, a pesar de un esperanzador brindis al respetable.

En su segundo si cambió la moneda, con un toreo de capa vistoso y ajustado. Preciosos fueron los lances a pies juntos, y luego el quite por chicuelinas, que tuvieron calado en le público.

Quizá equivocó el planteamiento inicial de faena a un ejemplar que le pedía la distancia larga para desplazarse y los terrenos de afuera de las tablas, o los medios.

Sin embargo, Tendero prefirió la faena en los terrenos del tercio, y acortando las distancias. No tuvo mayor estructura el trasteo, pero sí emotividad, porque Miguel le echó –¡ahora sí!- valor y determinación para arrancar buenos muletazos por ambos pitones. Perdió la oreja por su mal uso de la espada de cruceta, pues bien pudo tocar pelo en lo que fue, a la postre, la actuación más destacada de la tarde.

martes, 4 de diciembre de 2007

Una desdibujada Autoridad incide en el resultado final del festejo. Crónica, 7ma. de Feria

Reseña

Lleno de no hay billetes. En tarde soleada y calurosa se lidiaron toros de los hierros de Huagrahuasi (2do., 3ro. y 4to) y Triana (1ro., 5to. y 6to.) bien presentados en general, mansos, descastados y peligrosos. El 1ro., inválido; el 5to., condenado a banderillas negras. Guillermo Albán, silencio y gran ovación con fuerte petición y bronca al palco; Sebastián Castella, ovación y ovación con tres avisos; Miguel Ángel Perera, silencio y ovación.


La de hoy ha sido una tarde aciaga, en la que una suerte de malfario se encargó de descomponer todo cuanto sucedió en el ruedo. Para empezar, y de modo extraño, la Presidencia de Plaza decidió erigirse en protagonista lamentable de un festejo que venía torcido, y cuyo deber era, más bien, enderezarlo antes que influir negativamente con decisiones erradas, como al fin sucedió.

Para mayor inri, los seis ejemplares de la casa Cobo no fueron en absoluto los colaboradores idóneos para el lucimiento de los espadas actuantes.

Al torero local Guillermo Albán se le negó el pan y la sal durante toda la tarde. Nunca se supo la razón por la cual el señor Mauricio Riofrío Cuadrado, Presidente de Plaza, mantuvo en el ruedo al que hizo primero de la tarde, que fue un toro inválido. Fue evidente para toda la concurrencia –menos para la autoridad- que el animal tenía problemas de coordinación y que no era apto para la lidia. Ante ejemplar de tales características, y ante la indiferencia del palco, el torero de la tierra lo intentó brevemente y luego abrevió al ver que no había mayor opción de triunfo.

Su segundo fue un toro manso y rajado al que no logró capotearlo con lucimiento, pues el astado se frenaba en el percal del torero a medio viaje. Sin embargo, luego se echó el capote a la espalda y protagonizó un ajustadísimo quite por gaoneras, que puso a la plaza a revientacalderas.

Inició faena con dos muletazos cambiados por la espalda, de planta muy quieta. Corrió bien la mano y por abajo, para dominar al manso de Triana, que al sentirse podido fue a refugiarse en tablas. En esos terrenos, estructuró un trasteo enfibrado y técnico, tirando bien de las remisas embestidas de su oponente, y logrando pasajes francamente lucidos.

Ya en las postrimerías de su trasteo, se puso de rodillas para instrumentas unas manoletinas que fueron ajustadas y muy templadas. Mató de media estocada en lo alto, que fue suficiente para hacer doblar al que hizo primero de la tarde. El público pidió de forma mayoritaria la oreja, ganada con absoluta justicia por el torero de la tierra, pero que la presidencia se la guardó con descaro, generando un alboroto de proporciones en la plaza.

Como bien se ha dicho esta tarde, la autoridad está para garantizar el buen curso del espectáculo, y no para provocar el desorden y las imposturas, como lamentablemente hizo el Doctor Riofrío, que presidió el festejo de esta tarde.

Albán dio una vuelta al ruedo con mucha fuerza, ante la bronca sonora que le echó el público al palco presidencial.

Sebastián Castella tampoco encontró material propicio para lucir a fondo su poderoso toreo. Se la jugó con su tercero en su trasteo de muleta, pues el astado tenía peligro sordo, y se quedaba en medio de los muletazos.

No le dudó el francés y a pesar de sus esfuerzos, su faena no logró tomar altos vuelos. Luego de pinchar una vez, dejó tres cuartos de estocada trasera y tendida, que bastaron para despenar al manso ejemplar de Huagrahuasi.

Con su segundo –un manso inexplicablemente condenado a banderillas negras, pues el toro había previamente acudido a los capotes de los subalternos y entrado en jurisdicción de las cabalgaduras - estructuró una faena paciente e inteligente, procurando encontrar el sitio y las distancias a un ejemplar remiso a embestir al engaño que le presentaba el coleta francés.

Su error fue pasarse de faena, pues el toro se puso complicado a la hora de matar. Luego de una estocada trasera y perpendicular, que no hizo el efecto deseado en el toro, se le vino la noche a Castella. Desde la presidencia le cayeron los recados, que por cierto fueron extemporáneos, por desajustados al rigor del reglamento establecido.

Miguel Ángel Perera no pudo reeditar el gran triunfo que consiguió el año anterior, precisamente con un gran ejemplar de Huagrahuasi. Su primero fue un manso de libro, con el que no pudo hacer absolutamente nada.

Algo más colaboró el que hizo sexto, que fue un toro serio y con buena arboladura, de Triana. A este, a pesar de ser manso, Perera le planteó un interesante trasteo por ambas manos, cuyo punto culminante fueron dos series muy hondas y largas por el pitón izquierdo, que sirvieron de pequeño muestrario del toreo profundo y de clase que practica este gran torero.

Faena que mereció una mejor predisposición del público, que a esas alturas estaba aún profiriendo epítetos, calificativos y toda clase de gesticulaciones a la presidencia, que como queda dicho, le birló descaradamente un trofeo de justicia al torero ecuatoriano –vaya usted a saber con qué motivaciones- y que con sus decisiones perjudicó el desarrollo de un festejo que bien pudo tener un final más feliz.

A reflexionar, Doctor Riofrío.

lunes, 3 de diciembre de 2007

Nada de Nada. Crónica, 6ta. De Feria.

Reseña

Algo más de tres cuartos de entrada en tarde de intenso calor y ráfagas de viento. Se lidiaron seis novillos de la ganadería de Santa Rosa, mansos, descastados y peligrosos, excepto el quinto, que fue más colaborador y tuvo mejores condiciones. Martín Campuzano, ovación con saludos y división; Pepe Moral, silencio y vuelta por su cuenta; Joao Moura, palmas y vuelta al ruedo.



Bien se dice que el toro es materia prima fundamental del espectáculo. Sin él no hay fiesta ni nada. Y la tarde de hoy pasó exactamente eso. Todas las ilusiones de los tres alternantes del cartel de hoy fueron al traste por el pésimo y deslucido juego de los astados de Santa Rosa, que además, tuvieron peligro y malas ideas.

El novillero local Martín Campuzano, que tan buen ambiente dejara la feria anterior, no pudo reeditar su triunfo. A pesar de ello, estuvo muy digno y despejado de ideas, sobre todo en su primero, al que trató de torearlo bien y con empaque, en las pocas arrancadas francas que le brindó su oponente, pues el ejemplar tenía malas ideas y buscaba permanentemente las carnes del torero.

Su segundo fue otro marrajo, con el que Campuzano pudo tan sólo estar dispuesto y valiente; demoró en encontrarle la muerte y le tocaron dos avisos, ante el enojo de la parroquia, que desquitó su desazón con el torero, quizá de modo algo injusto.

Pepe Moral demostró aplomo y oficio ante su primero, que fue un animal complicado e incierto. Sorteó el único ejemplar potable del encierro, que hizo segundo de su lote, y que tuvo algo más de claridad y calidad en sus embestidas.

Así y todo, y luego de un vibrante inicio de faena de muleta, no supo entenderlo a fondo y su trasteo bajó mucho de tono, cuando bien pudo haber servido para obtener un triunfo mayor. Resultó herido con su estoque cuando éste cayó a la arena, ocasionándole una herida en su pie izquierdo. Al finalizar su trasteo escuchó una ovación, pero que el propio novillero convirtió en vuelta al ruedo, por su cuenta.

Joao Moura demostró, durante todo su paso por la Feria, que es un rejoneador con oficio y con una técnica muy bien aprendida. Sus oponentes de hoy tampoco le permitieron el triunfo, que buscó con afán durante las tres tardes en las que actuó.

Sus dos actuaciones de hoy estuvieron cargadas de entrega y de torería, logrando los pasajes más lucidos con el segundo de su lote, que hizo sexto, que fue otro manso pero con el que Moura puso gran empeño e ilusión por agradar a la parroquia. Injusta fue la autoridad en no concederle la oreja que pidió con fuerza la parroquia, que era, además, un justo premio en conjunto a la actuación del joven torero portugués. Todo quedó en vuelta al ruedo.

Mención especial cabe hacer de las cuadrillas, que esta tarde tuvieron lucida actuación en varios pasajes del festejo. Destacó con los palos Milton “El Diablo” Calahorrano, y en varas, Hernán Tapia.

domingo, 2 de diciembre de 2007

LUZ Y SOMBRA DE LA FIESTA. Crónica. 5ta. De Feria

Reseña
Algo más de tres cuartos de entrada en tarde de temperatura variable. Se lidiaron tres toros de Santa Coloma (1ro., peligroso e incierto; 2do., peligroso y con sentido y 3ro., manso y peligroso) y tres de Campo Bravo (4to., con tranco y calidad, premiado con la vuelta al ruedo; 5to., a menos, y 6to., a menos) Eugenio de Mora, silencio en el que despachó por López Chávez, silencio y vuelta; Diego Rivas, oreja, oreja y dos orejas; López Chávez fue corneado por el primero de la tarde. Salió en hombros Diego Rivas.

Parte Médico: El matador salmantino Domingo López Chávez presenta una cornada limpia en el tercio medio del muslo izquierdo, con tres trayectorias (superior, inferior e interna) de aproximadamente quince centímetros cada una, que no causa daños nerviosos ni vasculares. Pronóstico: menos grave. Firmado: Dres. Antonio Bucheli y Gil Bermeo


La Fiesta de los Toros tiene un eterno claroscuro que la torna dramática y luminosa a la vez. Esta tarde, en el coso de Iñaquito, se vivió precisamente la luz y la sombra de la fiesta, personificadas en el torero local Diego Rivas, que vio abrírsele la puerta grande en para celebrar su triunfo, y en Domingo López Chávez, que cayó penosamente herido en las astas de un peligroso ejemplar de Santa Coloma.

El de Salamanca llegaba a Quito para confirmar su alternativa, y todo cuanto había hecho tuvo el sello del valor y la determinación: Bien con el capote, recursivo incluso en algún momento en que el toro le exigió. Con la muleta, centrado y firme, y exponiendo mucha verdad a su trasteo. Se echó la muleta a la zurda, y en cuanto pudo el Mil Caricias, de Santa Coloma, le pegó una fuerte cornada, poniendo fin a sus aspiraciones y dejándonos sin ver a este buen torero español.

La cosa quedó en un mano a mano que, hasta ese momento, presagiaba tedio y angustia por el feo comportamiento de los toros de Santa Coloma.

Diego Rivas tragó paquete con el segundo, que fue tan incierto como el primero aunque sin que sus intenciones fueran tan aviesas como las de su hermano que le antecedió en la lidia. Suplió las carencias lógicas de su escaso rodaje con decisión y temperamento, y contó con el siempre vigoroso sustento del público quiteño, que se le entregó sin condiciones.

Trasteó incómodo y desajustado en ciertos pasajes de la lidia, y no encontró el sitio adecuado para someter al complejo oponente que le cupo en suerte. Usó bien la espada, dejando una estocada entera algo tendida en buen sitio, que fue suficiente para hacer rodar al bruto. La parroquia le pidió la oreja con fuerza, y la autoridad la concedió.

El cuarto fue un toro bien proporcionado que galopó y que tuvo cierta calidad en sus embestidas. A éste, Diego le toreó sin mucho ajuste con el capote, y tuvo emoción su trasteo con la muleta, aunque volvió a adolecer del soporte técnico adecuado. Otra vez, estuvo acertado con el acero dejando una estocada algo desprendida pero en buen sitio. La presidencia concedió el apéndice pedido por el respetable y dio, además, para sorpresa de muchos, la vuelta al ruedo a un ejemplar al que probablemente le faltaron atributos mayores para tal premio.

Caramelo se llamó el que hizo sexto, de Campo Bravo. Fue bonito y fino de hechuras el toro, al que Rivas capoteó entusiasta y ya seguro del triunfo y del apoyo incondicional del paisanaje. Además, lo bordó en un lucido quite por zapopinas (o nuevas lopecinas), jaleadísimo por el público. Estuvo efectivo más que lucido en el tercio de banderillas, en el que se prodigó el de Latacunga rememorando sus épocas de novillero.

Se fue Diego al centro del platillo, y se puso de rodillas para recibir a su enemigo, en un inicio vibrante con la muleta. Ya en pie, lo mejor vino en un par de series por el pitón derecho, aunque faltó ajuste y mano baja en ambas series.

De ahí en más, Diego recurrió al toreo efectista y de cara a la galería para no perder el favor popular. Además, mediada la faena de muleta, el toro se vino abajo y perdió la transmisión que derrochó en los primeros compases de la faena.

Estoqueó seguro otra vez y la gente le pidió con fuerza los trofeos, que la presidencia concedió diligente y, quizá, demasiado generosa.

Eugenio de Mora no se sintió cómodo con el primero de su lote, que fue un toro manso y peligroso de Santa Coloma, con el que casi nada pudo hacer para lograr lucimiento. Alargó demasiado su trasteo y terminó por aburrir a la concurrencia. Luego de un pinchazo, dejó una estocada trasera y tendida.

En quinto lugar saltó un ejemplar de Campo Bravo, al que el toledano le buscó las vueltas sin hallar mayor acoplamiento con el capote; con la muleta pudo estar más a gusto, aunque tampoco se confió demasiado ni se entregó a fondo. Mató de buena estocada entera, algo tendida, y dio una vuelta al ruedo

sábado, 1 de diciembre de 2007

BAUTISTA Y LUQUE CAYERON DE PIE. Crónica, 4ta. de Feria

Reseña

Lleno. En tarde de mucho calor y viento se lidiaron tres toros de Santa Rosa (1ro., manso y rajado; 2do., manso y peligroso y 3ro., noble y colaborador, que se apagó pronto) y tres de Mirafuente (4to., boyante, con transmisión; 5to., manso de libro; 6to., manso y rajado). Joao Moura, silencio y silencio; Juan Bautista, ovación con saludos y silencio; Daniel Luque, palmas y silencio.


Destaquemos, antes que nada, el nuevo llenazo de la plaza en la tarde de hoy. No aparecía en el cartel ninguno de los toreros llamados “figura”, aunque sí el siempre atractivo apartado del rejoneo, que convoca a muchos entusiastas seguidores del arte de Marialba. Y los otros dos, nuevos en esta plaza, desconocidos totalmente para la afición de Quito. Desconocidos, pero no por ello menos capaces. Al contrario, los dos son, sin duda, toreros de pies a cabeza.

Joao Moura pudo mostrar sólo en parte la gran calidad que atesora, pues el mal juego que dio su primero no le permitió desarrollar lo que sabe. El astado que hizo primero de la tarde, de Santa Rosa, fue un manso que se defendió desde los medios del ruedo, echando siempre la cara arriba, o arreando intempestiva y descompuestamente. Ante tal material, poco pudo dejar ver el joven portugués, como no haya sido su buena voluntad y perfecta monta de sus cabalgaduras.

Mejor colaboró su segundo, de Mirafuente, que tuvo más emotividad y transmisión en sus embestidas. Con éste realizó una faena templada y vibrante, con momentos realmente espléndidos, en los que sobresalieron sus farpas clavadas al violín, o un par de quiebros muy toreros y valientes. Pero todo quedó en nada, por su desafortunada forma de emplear el rejón de muerte, que cayó escandalosamente trasero descordando al de Mirafuente de mala manera.

El buen aficionado esperaba con ilusión a Juan Bautista, pues sabe que el torero francés tiene mucha calidad, ya demostrada durante la temporada europea de este año. Ratificó el buen momento que atraviesa con su primero, que fue a la postre el único ejemplar de los tres de Santa Rosa que embistió con cierta clase y con claridad.

Toreo terso y con empaque a la verónica, se lució en un apretado quite por chicuelinas y ya, con muleta en mano, realizó un trasteo entonadísimo y a ratos con gran hondura, sobre todo por la mano diestra. Mato de gran estocada, pero incomprensiblemente, y pese a que la petición de oreja del público fue mayoritaria, la autoridad no la concedió.

No se dio coba con el segundo, que fue un manso de libro, de feas echuras que no embistió ni se entregó en ningún momento. Lo mató de un feo bajonazo y su labor fue silenciada.

También convenció el joven Daniel Luque, que sorprendió con su firmeza y valor sereno ante el difícil pupilo de Santa Rosa, con el que confirmó alternativa en Quito.

Supo llevarle siempre muy toreado con la muleta, tapándole bien la cara y haciéndole repetir las embestidas, a pesar de su insistente deseo de marcharse y rehuir la pelea. Trasteo inteligente y decidido, que no fue, lamentablemente, bien rubricado con la espada, que cayó atravesada. No estuvo fino tampoco manejando la espada de cruceta y tan sólo escuchó tibias palmas.

A su segundo le repitió la dosis de valor y toreo de cabeza despejada pero, por mucho que lo intentó, poco logró ante un ejemplar manso, que siempre buscó el abrigo de las tablas.

viernes, 30 de noviembre de 2007

"EL JULI", EN LA CUMBRE DEL TOREO. Crónica. 3ra. de Feria

Reseña
En tarde de climatología variable y lleno de no hay billetes, se lidiaron ejemplares de Cobo Albornoz (1ro., noble y con calidad, algo flojo), uno de Huagrahuasi (4to., bravo y de gran fondo) y cuatro de Carlos Manuel Cobo (2do. Bravo, noble y con son; 3ro., bravo y emotivo; 5to., manso aunque noble, y 6to., bravo y encastado), muy bien presentados en conjunto y bien armados. Carlos Yánez, algunos pitos tras aviso y oreja; Julián López “El Juli”, oreja y palmas; David Fandila “El Fandi”, oreja y oreja. El Fandi salió en hombros.

Una gran tarde de toros se ha vivido hoy en la Plaza de Toros Quito. Hemos presenciado un gran encierro de Carlos Manuel Cobo, muy bien presentado, serio, en tipo y sobre todo, bravo y con transmisión en su conjunto. Material propicio, pues, como para que los toreros se aplicaran a fondo, como en efecto sucedió.

Efeméride especial la de hoy, porque hemos visto la ascensión incontenible de un joven maestro a las cumbres más altas del toreo. Julián López “El Juli” nos ha regalado sin reservas su maestría y grandiosa capacidad para entender al toro, darle la lidia adecuada y crear el toreo en su más pura expresión.

A pesar de sólo cortarle un apéndice al primero de su lote (que pudo haber sido en realidad dos y un rabo, de no fallar con los aceros) quedó plasmada su obra con tinta indeleble. Sin lugar a dudas, será una de las mejores faenas que se hayan visto en la plaza de toros de Quito, y la mejor de cuantas ha realizado Julián en esta plaza.

El trasteo a Lanudo, un gran ejemplar de Carlos Manuel Cobo, fue enorme, vibrante y de una rotundidad aplastante. Comenzó bordándolo con el capote, con lances suavísimos a la verónica. Quitó por tafalleras, con los pies atornillados en el piso, y rematando con una media verónica que fue un auténtico cartel de toros.

Lo mejor vino con la muleta. Fueron quizá siete u ocho series, por ambos pitones, las que instrumentó el madrileño, cada una superada por la siguiente, por hondura, ligazón y temple. Surgieron varios naturales extraordinarios y los pases de pecho fueron enormes.

Trasteo largo pero plagado de argumentos estéticos y técnicos que constituyeron una obra maestra. Lastimosamente a la hora de la verdad la espada cayó trasera y algo tendida, por lo que tuvo que recurrir a la espada de cruceta, con la que tampoco estuvo acertado al primer intento. El público entendió la magnitud de la obra que había presenciado, y pidió las orejas con fuerza. El presidente, con muy buen criterio, concedió la oreja.

En su segundo también estuvo rotundo y brillante, en un trasteo de corte distinto, por las complejidades de un astado manso y con cierto peligro. Julián logró tapar esas dificultades sobándolo suavemente desde los primeros compases de la lidia de muleta. Curiosamente, su faena no logró calar en el tendido, cuando más bien había mucha miga en su trasteo, por las virtudes técnicas desplegadas. Mató de una extraordinaria estocada, en todo lo alto, que hizo rodar al toro sin puntilla.

Esta vez no hubo pañuelos, y tampoco a la presidencia se le ocurrió sacarlo para premiar una labor llena de conocimiento y oficio.

"El Fandi" subió las revoluciones de la plaza con su ya proverbial maestría con los palos. Protagonizó dos tercios de banderillas cumbres, en los que hubo mando, conocimiento de los terrenos y dominio absoluto sobre el toro. Todo un portento de cualidades físicas es este torero granadino.

Su primero fue un gran toro, al que no acabó de tomarle el pulso. Luego de un gran saludo capotero, del que sobresalieron unas navarras instrumentadas siempre sobre el mismo pitón del toro, siguió un toreo de muleta que no fue, quizá, el más adecuado para lo que pedía el buen ejemplar de Carlos Manuel Cobo. Su labor fue, si se quiere, muy dedicada a complacer a la parroquia más que a sacar el fondo de bravura y aprovechar las francas y emotivas embestidas del astado. Luego de un pinchazo hondo y un golpe de descabello, cortó una oreja que fue pedida mayoritariamente por el respetable.

Mucho mejor entendió a su segundo, que se adaptó más a su estilo y concepción del toreo. El que hizo sexto fue un animal que apuntó cosas de manso en los primeros trances de la lidia: peleó bronco y rebrincado en el caballo, provocando incluso una estrepitosa caída del picador Carlos Tapia.

Sin embargo, se vino arriba en banderillas y, al quedar crudo en varas, tuvo mucha emotividad y transmisión en la muleta, factor que aprovechó "El Fandi" para realizar un trasteo también emotivo y de altas revoluciones, que conectó siempre en el tendido. Tras tres cuartos de estocada y un golpe de descabello, cortó otra oreja que le permitió abrir la puerta grande.

Carlos Yánez anduvo perdido, espeso de ideas y sin sitio con su primero, que tuvo mucho fondo y calidad. A este astado se lo picó en demasía, y eso determinó para que se viniera abajo. Fue un animal al que había que mimarlo y llevarlo muy toreado, pero al que el compatriota no lo acabó de entender. Su trasteo fue anodino, siempre sobre pies y sin ajuste.

Mejor anduvo Carlos con su segundo, con el que se le vio más desahogado y suelto, aunque nunca acabó de enfibrarse con el de Huagrahuasi, que tuvo clase, nobleza y mucha fijeza. El público lo apoyó durante todo su trasteo y lo jaleó incluso cuando estuvo por debajo de las condiciones del toro.

Mató de una estocada hasta las cintas, aunque delantera, para cortar una oreja con el apoyo del generoso público quiteño.

Al final, en el recuerdo nos queda un faenón histórico de Julián López “El Juli”, del cual se hablará, estoy seguro, por mucho tiempo en todos los mentideros taurinos.

jueves, 29 de noviembre de 2007

VÍCTOR MENDES ILUMINÓ LA TARDE. Crónica 2da. de Feria

RESEÑA
Con más de tres cuartos de plaza en tarde soleada y de viento intermitente se lidiaron un ejemplar de Mirafuente (1ro., manso y parado) y cinco novillos del hierro de Trinidad, dispares en juego y presentación; destacaron 5to., bravo y con transmisión; y 6to. bravo con transmisión. Joao Moura, ovación; Pepe Luis Vásquez, división; Víctor Mendez, gran ovación; Eduardo Dávila Miura, palmas; Juan Francisco Hinojosa, ovación; Álvaro Samper, ovación.

Tedioso y difícil de digerir fue el festival de hoy, que inició con la gran motivación de la solidaridad humana, que siempre encuentra eco en la fiesta de los toros.

Fue un espectáculo gris, en el que solamente brilló la calidad y torería de un veterano que tiene motor y ganas para rato: el maestro lusitano Víctor Mendes estuvo pletórico de facultades y de entrega durante todo su trasteo, toreando superiormente con el capote, tanto en los lances de recibo como en los quites; lo bordó con las banderillas y con la muleta demostró su oficio y gusto para dominar al viento y a las broncas embestidas de su oponente.

Antes, el joven Joao Moura no había tenido suerte con el astado que sorteó, de la ganadería de Mirafuente, que fue un auténtico mulo con cuernos, que no se movió ni colaboró en absoluto con el jinete portugués. Así y todo, agradó por su predisposición y se le premió su actuación con una ovación.

El veterano Pepe Luis Vásquez estuvo de paseo. No demostró oficio y se sintió visiblemente incómodo con el viento, que sopló durante todo su trasteo. Se vio desconfiado ante un ejemplar que, mansote y todo, tenía algunas embestidas aprovechables, que el sevillano no quiso ni pudo capitalizar. Además, tampoco ofició de director de lidia, como habría correspondido por su antiguedad; esa tarea fue magistralmente realizada por Víctor Méndes.

Tampoco tuvo su tarde Eduardo Dávila Miura, que estrelló su ilusión ante un ejemplar manso y rajado de Trinidad, que no quiso pelea en ningún momento.

Juan Francisco Hinojosa midió fuerzas con un precioso y bien hecho ejemplar de Trinidad, que tuvo la virtud de la acometividad y franqueza en sus embestidas. Sin embargo, el torero de la tierra se vio desbordado por la transmisión del astado y no logró acoplarse y estructurar una faena compacta. Sufrió dos feos achuchones y el público, al final de su trasteo, le regaló una ovación cariñosa.

Álvaro Samper cerró el festejo lidiando un novillo con mucha transmisión y que fue bravo, de Trinidad. Lo bordó toreando con el capote, que fue al final lo mejor de su actuación. Con la muleta se vio a momentos desbordado por su enemigo, que también le propinó una voltereta cuando no le hizo las cosas bien. Recibió ovación desde el tercio, como premio a su actuación.

ENTREGA TOTAL. Crónica 1ra. de Feria.

Muchas veces sucede que se hace realidad aquel adagio de “tarde de expectación, tarde de decepción”. La de hoy ciertamente era una tarde de enorme expectación, pues acogía uno de los carteles de mayor remate de todo el ciclo ferial. Y en realidad, el resultado no fue alentador en cuanto a triunfos redondos de los espadas, que bien pudieron darse, de no haber ellos fallado con los aceros.

Sin embargo, este primer capítulo de la Feria de Quito, en su edición 2007, ha tenido pasajes realmente interesantes. Como por ejemplo el de la enorme e interminable capacidad y entrega de los tres toreros actuantes.

Enrique Ponce volvió a demostrarnos a los quiteños las magníficas virtudes que atesora, como gran figura que es. Su disposición, unida a la templanza, la suavidad y el pulso perfecto para llevar y calibrar las embestidas de sus dos toros, fueron los argumentos en los que se cimentó una sólida actuación.

Largapuyas tuvo poco fuelle, y lo acusó apenas salió de chiqueros. A este lo toreó con suavidad y relajo con el capote, y en la muleta desplegó su admirable pulso y temple para encausar las embestidas del pupilo de Huagrahuasi, que a pesar de su poca fuerza, tuvo gran nobleza y fijeza, que en parte ayudó a que el trasteo de Ponce fuera lucido. Pudo haber cortado una oreja con fuerza si no mata de la manera tan fea como lo hizo, dejando una estocada “chalequera” excesivamente caída hacia el costillar.

Perdió además toda opción de cortar algún trofeo por la pésima labor de los puntilleros, que obraron en contra de lo que había hecho el torero en el ruedo. Escuchó tibias palmas del respetable, luego de la tediosa e interminable tarea de pasaportar al toro. Esto debe cambiar: la empresa debe corregir este feo espectáculo, pues atenta contra el resultado artístico de los toreros.

Su segundo oponente, también del hierro de Huagrahuasi, no tuvo transmisión ni fondo alguno. Y con este, Enrique Ponce volvió a obrar el milagro de su toreo, en una faena inventada gracias a su virtuosismo y genialidad; del muletazo en forma de caricia y de temple, para convencer y enamorar a un toro por el que poco se podía apostar.

Un trasteo largo, pero plagado de detalles y de torería. Y de alardes que se esperarían en un novillero con hambre más que en una figura consagrada, como aquello de ponerse de rodillas para torear en redondo. ¡Qué afición de este torero! Aún luego de 17 años enormes de protagonismo en la fiesta, buscó arrancar el éxito con esos “recursos”, que desde luego el público agradece, porque denotan una entrega total.

Todo esto no tuvo, desgraciadamente, el colofón que merecía: lo pinchó hasta dos veces antes de que doblara la res, perdiendo nuevamente cualquier opción de trofeo.

Así y todo, dio una entrañable, paladeada y justísima vuelta al ruedo ante el clamor de la parroquia.

Y si de esa guisa estuvo el maestro Ponce, no se quiso quedar atrás Julián López “El Juli”, el mandón actual de la fiesta.

A su primero lo toreó bien de capa, aplacando incluso el incesante viento que soplaba en esos momentos. En realidad, el viento se hizo presente durante todo el festejo, y a buen seguro se cargó con buena parte del argumento artístico que los toreros pretendieron desplegar la tarde de hoy.

A pesar el viento, Julián corrió bien y la mano por el pitón derecho del toro, que era el más potable, pues por el izquierdo el astado hacía ascos y no ofrecía opción de lucimiento. No estuvo acertado a la hora de usar la toledana, y la cosa quedó en tibias palmas para el madrileño.

Con Ejecutivo, de Triana, desplegó el armamento pesado de su toreo y de su raza, para realizar una faena de gran intensidad y entrega. Con su rostro tenso y los dientes apretados, dio justa réplica a lo que se había visto ya hasta el momento, y protagonizó un trasteo sincero, de gran valor y entrega.

De todo este conjunto, sobresalió un enorme y expuesto cambio de mano, en el que el toro le esperó una barbaridad, sin que Julián se moviera ni un milímetro. ¡Vaya demostración de su magisterio!. Cerró este vibrante episodio de una extraordinaria estocada en buen sitio, aunque ligeramente desprendida, y el toro rodó como una pelota.

Se esperaban las dos orejas, pero la presidencia sólo concedió una. Injusta decisión, que al torero madrileño debió saberle muy mal.

Guillermo Albán dio justísima réplica a las dos figuras con las que alternó esta tarde. Da alegría ver cómo un torero de la tierra está prácticamente al mismo nivel en la responsabilidad y la solvencia profesional de las figuras, con las distancias lógicas de quien torea siete corridas frente a los que pasan de las 60 ó 70 en el año.

El de Guayaquil estuvo francamente bien en el primero de su lote, que fue sosote pero colaborador, y que repitió las embestidas. Con él se aplicó Albán en una faena con pasajes muy lucidos, sobre todo toreando con la mano derecha. Lo entendió perfectamente y le hizo una faena que llegó mucho al tendido, sobre todo cuando cerró al toro más hacia tablas, a resguardo del siempre molesto viento. Fue una pena que el de Triana tardara en doblar, luego de una estocada algo desprendida pero en lo alto. No estuvo acertado con el uso del descabello y cambió la oreja que tenía cortada por una fuerte ovación que acogió desde el tercio.

Incierto y peligroso resultó el que hizo segundo de su lote, de Huagrahuasi, que “cazaba moscas” por el pitón derecho. Por el izquierdo pasaba sin más, aunque desplazándose con mayor largura. Tardó Guillermo en encontrarle el sitio y la distancia adecuados al astado, y además luchó permanentemente contra el viento que sopló de manera impertinente en ese momento. Cuando la faena había caído en un bache de sopor, el guayaquileño despertó a la parroquia instrumentando unas lucidísimas y muy ajustadas bernadinas, marca de la casa, que fueron el epílogo brillante para un trasteo sin mucho acoplamiento.

Se entregó a matar o morir en la estocada, y salió prendido angustiosamente en los pitones del toro, luego de enterrar el estoque hasta las cintas, en una demostración de entrega sin límites del compatriota. Se vivieron momentos angustiosos, pues se pensó lo peor por la forma en que lo cogió del pecho, y luego, con fiereza, lo buscó en el suelo para herirlo. Afortunadamente no pasó de ser un gran susto.

El toro salió muerto del embroque, y Guillermo Albán cortó una justísima y merecida oreja, para cerrar una tarde emocionante.

Entrega total, fue el argumento central de la tarde de hoy. Los tres toreros se mostraron totalmente superiores a las condiciones de sus oponentes, no habiendo sido fáciles ni mucho menos, para dejar evidenciados sus grandes recursos técnicos y sus enormes ganas por agradar a un público que llenó generosamente el coso de Iñaquito hasta la bandera.

sábado, 17 de noviembre de 2007

Aficionados Militantes

Hay un hecho cierto, bien conocido por todos y que es motivo de las mayores preocupaciones de todos los aficionados y gente del toro: que los grupos opositores a la fiesta brava han crecido y se han fortalecido en los últimos años, sin que, aparentemente, los esfuerzos de los taurinos hayan podido contrarrestar su impacto. Hemos visto como se ha ido generando una “cultura antitaurina”, sobre la base del desprestigio y satanizacion de la Fiesta de los Toros ante los ojos de los más pequeños que son, precisamente, la cimiente fundamental para el futuro de la fiesta. Que toreros asesinos, que gente bárbara y deshumanizada; que salvajes y retrógrados, y no sé qué más.

Por otro lado,fijémonos en los cómics y dibujos animados que ven hoy día nuestros hijos: todos los animales hablan y desarrollan diálogos inteligentes, se enfrascan en conflictos y emociones complejas, y normalmente son personajes que proponen soluciones a viejas problemáticas de la humanidad. Vaya lío.

La “humanización” del animal, como dice el crítico y periodista español Paco Aguado, tiene buena parte de responsabilidad en ese cambio de percepción de la gente menuda, a la que virtualmente se le ha convencido de que todo tipo de animal, desde una polilla hasta el perro de nuestra casa es capaz de conversar con el hombre y desde luego, entre los de su propio género.

Y a partir de ahí y por extensión, la fiesta brava es un excelente caldo de cultivo para desarrollar todas las teorías de la crueldad y brutalidad en contra de los animales. El toro bravo es hoy en día la piedra de toque de estas nuevas “filosofías humanistas”.

También es verdad que de por medio existen numerosas organizaciones, políticas y de otra índole, que anualmente aflojan ingentes cantidades de dinero para apadrinar las iniciativas antitaurinas en todo el mundo, y especialmente en Europa; y eso supone, sin duda, un gran atractivo para grupos que, comprometidos o no con la causa, se arrimen al buen árbol que les cobija desde el anonimato. Habría que ver cómo se las gastan esos personajillos con el pretexto del respeto a los animales.

Por eso, creo que la fiesta brava necesita que quienes la amamos y la vivimos con pasión pasemos a ser verdaderos militantes taurinos. Tenemos que ser activistas de la fiesta y de nuestra afición, comenzando por nuestros propios reductos.

Imaginemos por un momento que la fiesta de los toros es un negocio de dulces, con miles de clientes fieles, y con un mercado enorme para crecer. Con cada nacimiento de un niño, el negocio adquiere un potencial cliente que le permitirá aumentar sus ventas y crecer. Así, ni más ni menos, es la fiesta brava. Nuestro mercado potencial está en los niños.

Mis dos hijos pequeños son la prueba de lo que digo: el mayor, que disfrutó alguna vez de los toros sentado en mi pierna, cuando era más pequeñito, es hoy un opositor de la fiesta. El más pequeño, sin embargo, parecería ser que heredó de su padre y su abuelo materno "el veneno" de la afición, y le recorre ya por sus venas; quiere ir a los toros y habla mucho de la fiesta brava. Pues sobre éste tengo yo que trabajar por el momento, para formarlo como buen aficionado. Ya sabemos que una vez que el gusanillo entra, no se va jamás. Con el otro, ya veremos…

Sé que la solución no es tan simple. La tele de hoy en día atenta contra este potencial que tenemos en nuestros niños, por lo que ya he analizado más arriba. Y para mayor ruina, TVE nos ha cerrado la única puerta de acceso para ver toros con relativa frecuencia. Y si a eso añadimos que los festejos taurinos en el país son sumamente escasos, la tarea se vuelve aún más difícil.

Por eso digo yo que más allá de las posturas encontradas con los antitaurinos, de la pelea abierta y agria en contra de sus postulados y en defensa de los nuestros, y de los montones foros y páginas que se abren a diario para defender a la fiesta en contra de los ataques que recibe -todo ello muy necesario, desde luego-, debemos trabajar a diario desde nuestra trinchera, con nuestros hijos y amigos, haciendo un trabajo continuo de militancia a favor de la fiesta. Hay que darle al mundo de los toros muchos, pero muchos más aficionados. Esa es la única manera de mantener viva a la fiesta brava.

Que así sea.

viernes, 26 de octubre de 2007

Un Incierto Futuro

Por Fabián Cuesta



“Llegar a ser figura del toreo es casi un milagro. Pero para quien lo logra, ya puede el toro quitarle la vida; la gloria, jamás”
-Santiago Martín “El Viti”-


Debe ser al menos una decena de años cuando leí esta frase, en el gimnasio de la Escuela de Tauromaquia Marcial Lalanda, de Madrid. Me impresionó mucho su contenido, por su fuerza y porque, a la postre, es la cruda realidad. Pero si vemos bien, la frase acuñada por el gran torero salmantino “El Viti”, tiene dos partes: una, que es el sacrificio y la constancia, y la segunda, el premio de la gloria para quien llega a consagrarse como figura.

La frase me impactó también por su protagonismo, en letras grandes y claras, como queriendo ahuyentar a quienes no darán la talla, y motivando a los que tienen madera para seguir.

La fiesta de los toros no es un espectáculo cualquiera. A diferencia del fútbol, o de cualquier otro deporte masivo, en el ruedo a veces se muere. Así mismo, con mucha frecuencia, el protagonista derrama su propia sangre. Aquí no hay tu tías. Y para estar dispuesto a pagar ese tributo, hay que estar preparado para aceptar el eventual destino de la muerte por asta de toro. A esto le llaman valor.

Esa es la premisa de quien quiere incursionar en esta dura profesión. Si no se tiene bien claro y asumido este primer escalón, será imposible llegar más arriba. Luego vendrá todo lo demás: la teoría, que es importante, desde luego; el entrenamiento fuerte y riguroso, que da la noción y la técnica necesarias para ponerse luego delante del animal.

En definitiva, es un proceso de formación que pasa no sólo por lo taurino, sino por lo humano y espiritual. La fiesta ha de ser vista como un rito, y no simplemente como un espectáculo. Quien se enrola en una escuela taurina para un día llegar a ser torero, tiene que entenderlo así, y vivirlo constantemente de manera fiel.

Todo este largo preámbulo sirve de base para llegar al duro panorama que vive Ecuador en este sentido. Venimos funcionando, feria tras feria, con un puñado de nombres de toreros de la tierra, y no pasamos de ellos: Antonio Campana, Carlos Yánez, Guillermo Albán, Cruz Ordóñez, Juan Pablo Díaz, Diego Rivas y Juan Francisco Hinojosa; y dos novilleros que tratan de despuntar: Álvaro Samper y Martín Campuzano.

De estos nueve, funcionan, a lo sumo, cinco. Los otros han ido perdiendo fuelle y presencia. Ya no tienen convicción y deberían, para ser honestos consigo mismos y con la afición, irse a su casa.

Guillermo, Mariano y el joven Juan Francisco son las cartas bravas del escalafón superior nacional. En lo personal, no veo futuro en Diego o Juan Pablo ni en Carlos. Antonio, un buen torero, al parecer va ya de salida, pues más allá del número de festejos toreados en el país, no creo que a estas alturas pueda despuntar o romper como el torero que quiere Ecuador. Ojalá que me equivoque.

No hay duda de que el guayaquileño Guillermo Albán ha sido, desde hace tiempo, el referente más alto y luminoso que ha tenido la tauromaquia ecuatoriana. Unos le han negado el pan y la sal, pero la mayoría ha visto en él, y con razón, al torero más importante de los últimos años. Ha tomado su profesión con toda la seriedad que ella amerita y ha vivido por y para ella en todo momento. Es un torero respetado en el mundo taurino, precisamente gracias a esa mística que ha demostrado en todo momento.

Pero, ¿qué pasará cuando decida retirarse? ¿Quién va a seguir su camino, valiente y decidido, de luchar contra todo pronóstico para tratar de abrirse campo en este duro mundo, y de tratar de ser figura?

Porque el objetivo de Albán ha sido ese y no otro. Él precisamente es la prueba más real de que llegar a figura es muy complicado; pero lo ha intentado siempre, y a partir de su disposición permanente, y de pelear como un león, ha llegado a darle al país las pocas glorias que ha vivido en este ámbito.

Mariano también lo intentó. Quizá le faltó mayor empeño, pero en cuanto a condiciones, el riobambeño no le pide favor ni a Triana ni a Sevilla en gracia torera. Ojalá alguna musa soplara su despeinada melena y le infundiera el valor que le hace falta para romper de una vez por todas como ese torero en el que hemos ilusionado tantas veces. Tiene capacidad y arte, pero…

Juan Francisco Hinojosa está recién llegado, y aún hay esperanzas para él. También tiene muy buenas condiciones, y lo que habría que hacer es llevarlo pronto (¡ya mismo!) a Europa, para que se curta, adquiera el oficio bien aprendido, y se haga torero de verdad. Si se queda aquí, me temo que no tendrá futuro.

Álvaro Samper se ha ido a tierras hispanas desde temprano, y dicen quienes lo han visto recientemente que va progresando y madurando. En Quito veremos sus progresos y podremos seguir apostando por él.

Ojalá Martín también salga, porque tiene grandes cualidades, y un valor innato. El primer peldaño, ¿recuerdan?

Esos, y pare usted de contar.

De la "nueva escuela" al parecer no hay mucho material del que pueda salir uno al cual seguir. A juzgar por lo que se ha visto en las pre-ferias, ninguno vale. Así de crudo y duro. No lo digo yo, porque no he estado en los festejos, pero sí he conversado largamente con buenos aficionados que han estado en la plaza, y prácticamente todos coinciden en que no hay material.

¿Qué vamos a hacer, entonces? Yo propongo un cambio radical. Así como en el campo el ganadero, de modo serio y riguroso, desecha todo aquello que no vale, en las escuelas taurinas también se debería proceder igual.

En esto no valen vanidades ni adulos ridículos. Ni falsas esperanzas a muchachitos que quieren impresionar a las chicas. Aquí se trata de sacar FIGURAS, toreros que puedan trascender. Hay que tomarse esto en serio de una vez por todas.

El cambio ha de darse desde la misma base, cambiando todo lo que no sirva: desde capotes viejos, carretones dañados, muletas destrozadas, hasta alumnos o profesores que no sirvan. Habrá que darle un nuevo impulso, crear una auténtica escuela taurina. Con tres o cuatro profesores de categoría, que sean señores dentro y fuera de la escuela. Y sobre todo, que hayan sido "alguien" en el mundo taurino, para que los alumnos puedan seguir o tener como referente. Que haya régimen de trabajo físico e intelectual. Que no sean burros vestidos de luces o de corto. Que sean señores, porque si finalmente no cuajan, serán por lo menos mejores personas.

Debería ser una escuela en la que se forjen, ahí sí, los toreros que quieren el país y la fiesta. Esta tierra tiene que parir aunque sea uno. Pero la única forma es haciéndolo bien. El que tenga oídos, que oiga.

Y si para ello tenemos que esperar cinco años, pues lo haremos. Mientras tanto que no nos metan más el dedo a la boca, ni engañen a unos pobres muchachos que no saben ni a dónde van.

Mientras esos cambios no se den, seguiremos viendo un incierto futuro para la fiesta en nuestro país.

Los vientos de cambio tienen que venir de nosotros mismos.

martes, 23 de octubre de 2007

Las Claves de la Temporada 2007

Por Fabián Cuesta

El año 2007 ha sido uno de los más completos, para mi modesto entender. Toros y toreros se han empleado a fondo, y como resultado de ello, esta temporada ha sido brillante A tal punto, que casi no sabría por dónde empezar a revisar todo lo bueno que ha dado.

Por justicia debo empezar por el toro, que es además el ingrediente esencial de la fiesta. Y en este año lo ha habido en cantidad y calidad, casi directamente proporcional. Independientemente del número de toros indultados – ya se sabe que aquello de perdonar la vida a los toros resulta un tema espinoso para muchos “buenos aficionados”- en gran parte de plazas se han registrado corridas con muchos éxitos, precisamente por el buen juego de los astados.

Hay que sacar de ese balance, desde luego, a los toros de desecho. Esos que sueltan en fechas supuestamente “señaladas”, para los toreros modestos. De eso debieran pedirles cuentas a los empresarios y a los ganaderos.

Pero de los que han salido para las figuras o los toreros con más “cartel”, sí que han servido y han posibilitado el triunfo. Esto sugiere, al parecer, que la cabaña brava hispana va recuperándose. Ojalá sea así, pues es conditio sine qua non para que todo lo demás funcione y brinde alguna garantía. De ello, por lo demás, depende la supervivencia de nuestra fiesta.

Luego, está la extraordinaria campaña de El Juli. Sí, sí, yo soy un julista confeso, pero también soy tomasista, morantista, pererista, manzanarista…

Pero es que lo de El Juli ha sido, ahora sí, la ratificación de su maestría y de su poderío; Madrid, por fin Madrid, le ha abierto la puerta grande que le cerró el año anterior. Ahora sí, la catedral del toreo le ha cedido el bastón de mando de la fiesta.

La Real Federación Taurina de España le ha otorgado el tradicional Trofeo Nacional “Cossio”, en su decimocuarta edición, declarándolo el mejor torero del año. Los Premios Ricard, en Francia, lo han declarado como el matador triunfador de la temporada francesa 2007. También la Revista 6TOROS6 le ha conferido, en sus premios Palmarés, el galardón al mejor matador de toros en la temporada 2007.

No es gratuito, desde luego. El Juli ha estado enorme este año, mostrando una evolución en su concepto del toreo que, al decir de muchos, parecería no tener límites. Con una regularidad impresionante, con un regusto y un disfrute que se ha transmitido invariablemente al tendido.

Morante de la Puebla fue otro de los “puntos calientes” de la temporada. Nosotros barruntábamos ya que así iba a ser, cuando lo vimos en la Plaza Belmonte durante la bella velada taurina de noviembre pasado. Estuvo simplemente genial.

A pesar de haber tenido bemoles en algunas plazas, en las que fue pitado o abroncado, ha cambiado la moneda en otras plazas de gran trascendencia, como la de Madrid. Ahí firmó precisamente una de sus obras cumbres de la temporada. He visto el video de esa faena, y es puro ingenio e inspiración. Muchos aficionados en el tendido se arrancaban cabellos, se rompían camisas de tanta emoción y alegría. Un genio reinvindicado.

Su retiro, tan repentino como absurdo –para quien no está en los pantalones del torero, desde luego- supuso una inflexión en la calidad que llevábamos durante la temporada. Su ausencia de muchas ferias importantes privó de esa dosis de genialidad y de embrujo que aporta su toreo. Ojalá que el genio de La Puebla del Río vuelva a vestirse de luces el año que viene. ¡Haces falta, José!

Sebastían Castella es otro destino importante en el itinerario de esta temporada taurina. Debo confesar, como aficionado, que no me llega demasiado su toreo, pero me sorprende su naturalidad y su valor. También me ha llamado la atención su rotunda regularidad esta temporada, tan sólo frenada por una anemia ferropénica a últimos de temporada, que dejó también un vacío en su tramo final.

El otro hito clave de este año ha sido la vuelta de José Tomás. Ya he ensayado algunas líneas sobre él, pero creo que hay que darle nuevamente la importancia debida. No se puede negar que el año taurino 2007 ha estado fragmentado en dos partes: la una, antes de la vuelta del torero de Galapagar, en la que solamente el aldabonazo de El Juli en Madrid y la inspirada tarde de Morante en el mismo coso Venteño, fueron los puntos más altos de lo que iba del año; y otra, totalmente distinta en ritmo, impacto y resultados –incluso mediáticos- cuando “el monstruo” reapareció.

Puso a todos los toreros “a parir”, porque el salía a dar fe de que su concepto y filosofía del toreo no había cambiado nada, y que estaba igual de predispuesto a dejarse matar, como antes de irse.

Sobre todo a uno, que llegó a decir hace poco la gilipollez de que “cada tarde su leyenda crece”, cuando ha nacido ayer y no ha dicho casi nada en el mundo del toro. Sí, ese que imita al de Galapagar sin pudor y que tendrá que encontrar un sello propio pronto, o José Tomás se lo comerá vivo.

Y como que todos se alinearon, se cuadraron ante el comandante y pusieron sus motores a mil a la voz de “ya”. Disculpen ustedes si esto que digo les parece una exageración. Yo lo veo así.

Una maravilla, en todo caso, porque eso le ha dado sabor, emoción y personalidad a la temporada.

Hay, sin duda, muchos otros toreros que han dado su aporte en este año: uno de ellos, para mí, es Miguel Ángel Perera. Lo vimos por primera vez hace unos cuatro años, en la Feria de Quito del 2003. Vino de novillero, y cortó una oreja después de una faena de mucha calidad, pero que tuvo poco eco en el tendido. El año anterior le hizo la faena de mayor calidad y hondura a Riguroso, de Huagrahuasi; faena que quedó sin premio. Sin embargo, por esa misma obra, ese toro fue declarado el mejor del ciclo quiteño del 2006. Absurdo, ¿no?

José María Manzanares es el otro de los grandes de la temporada. También se fue antes por la enfermedad del dengue. Si alguien le contara al alicantino cuantos miles de ecuatorianos la padecen, y siguen su vida normal, quedaría "flipando" como dicen los españoles. Cosas del desarrollo, al fin y al cabo.

En fin, que el joven Manzanares va madurando a pasos agigantados, su toreo tomando cuerpo como el buen vino tinto, y es uno de los toreros que habrá que tener en cuenta en el 2008.

Manuel Jesús "El Cid" ha hecho otra temporada magnífica, y lo ha refrendado con el tacazo de Bilbao. Gran torero el sevillano. El galo Juan Baustista ha sido una grata revelación, de mediados de temporada para adelante. Se fue un poco aburrido, pero volvió para ser protagonista. Muy bien por él.

Del mundo del toreo a caballo, aunque no soy muy amante de esta versión del toreo, sigo viendo en Hermoso de Mendoza el que lleva el peso de la fiesta en sus hombros. El espectáculo es uno cuando está, y no llega a ser lo mismo cuando falta. A pesar de que hay otros que suenan y que, según dicen, son las bases y el relevo de los que van de salida.

Quizá haya muchos otros capítulos que hayan marcado la temporada. Pero desde acá, hasta donde podemos ver de modo discreto y desde el pequeño agujero televisivo que nos ha dejado la TVE, o de lo que llega día a día por el medio virtual, esa conclusión sacamos.

Si me equivoco o me quedo corto, me perdonan la vida.

viernes, 19 de octubre de 2007

Unas (personales) reflexiones sobre José Tomás

"Campo de la verdad, terreno por donde pisa
el torero Jósé Tomás... ¡Ay, torero, torero José Tomás!"
- Vicente Amigo -



Por Fabián Cuesta


Quien diga que la vuelta de José Tomás a los ruedos, a mediados de este 2007, no ha supuesto para la fiesta un auténtico revuelo, es porque pretende tapar el sol con un dedo.

Y ese revuelo ha ido, como era de esperarse, más allá de lo mediático. Como siempre en este tipo de acontecimientos, la prensa busca sacar provecho de la situación y vender millones; eso ya se sabe. Entre ellos hubo un cabroncete, mariquita trasnochado sin pudor ni respeto alguno, que trató de echar lodo sobre la honra y vida personal del torero, justo cuando reaparecía.

Pero el suceso, para fortuna de todos, se centró más bien en donde debía darse: en el ruedo. El regreso de José Tomás ha sido como un resplandor que lo iluminó todo; que encegueció y provocó ensoñaciones y hasta alucinaciones; también dolores de cabeza a muchos otros, porque les “agitó el avispero” justo cuando más cómodos estaban.

Y es que, desde el 2002, pocos toreros se habían atrevido a pisar esos terrenos que José Tomás pisa invariablemente cuando está ante la cara del toro; y claro, eso lo nota de inmediato el aficionado.

En lo personal,no voy a negar que tuviera miedo, antes de su vuelta. Me decía para mis adentros “¿y si ya no es el de antes?”; “¿y si ha perdido el sitio, el valor, las formas?”. Pero qué va.


José Tomás volvió en plenitud de valor y conceptos; quizá sin demasiado sitio, al inicio. Pero como es un genio y un torero inteligente, en seguida lo encontró, como quien cose y canta.

Conversaba con un amigo, viendo algunas imágenes de la faena de José Tomás en Málaga, y me decía: “es que es muy torpe, le cogen demasiado los toros”. Yo digo que si es torpe quien se pone en el sitio, en ESE sitio, como él se pone, pues debieran haber más torpes vestidos de luces. Como todos sabemos, los toros cogen por falta de sitio, o por quedarse muy quieto.

Y para lo segundo se requiere un universo de virtudes. Se necesita valor por supuesto, aunque éste en el de Galapagar , es lo de menos. Para él, la quietud es una actitud cimentada en una hondísima convicción y filosofía de entender el toreo. Es abandono, autenticidad y una reinvindicación de su propia verdad.

No sé si entiende. Para mí, que José Tomás ha superado ya esa etapa de la que echan mano algunos toreros hoy en día – Alejandro Talavante, por ejemplo – , en la que quedarse quieto, como demostración de un valor frío, es la base de su tauromaquia. No es que eso sea malo, y es evidente que para torear bien hace falta quedarse quieto, pero no lo es todo.

Uno puede quedarse muy quieto, y sin embargo hacer pasar al toro a un metro de distancia y cada vez más hacia fuera. Ya lo decía Felipe Garrígues, en su bello libro "Abriendo el Compás" : el toreo de expulsión.


José Tomás se queda quieto como parte de un rito de respeto al
toro, a sí mismo. A partir de ese punto viene el toreo reunido, hacia dentro, cada vez más ajustado. Y tarde o temprano, cuando esas geometrías y tiempos que componen el toro, la muleta y el viaje que le marca el torero no logran armonizar,viene la cogida, la cornada. Es inevitable, cuando se está el el terreno que le pertenece al toro.

Luego, ¿en dónde está la torpeza?.

Más allá de las cifras y las estadísticas de una temporada incompleta si se quiere, por tardía, lo de José Tomás ha sido un hito en la fiesta de hoy en día, tan necesitada de eventos importantes que la defiendan y le devuelvan su vigencia; ayuna de más personajes singulares, y tan tremendamente misteriosos como la figura del torero de Galapagar.

Hace falta, creo yo, que la fiesta recupere su esencia a través del rito, antes que del espectáculo como tal. Por eso, José Tomás rinde tributo cada tarde que se viste de luces, con cada toro con el que se mide, a sangre y fuego.


La temporada que viene, si Dios quiere, será aún más fascinante y de gran intensidad. Ya don Julián López ha manifestado su interés de medirse con José Tomás; ese que tira hoy en día del carro de la fiesta, quiere medirse con José Tomás; ¡una maravilla! Se apuntarán también Enrique Ponce,Sebastián Castella, Miguel Ángel Perera, Cayetano y otros más. Volverá la rivalidad, tan sana y tan bonita en la fiesta. Se llenarán sin duda las plazas en toda la geografía española y hasta aumentarán los festejos, con tal de volver a ver al “monstruo de Galapagar”. ¿No le hace todo esto mucho bien a la fiesta? Yo digo que sí.

Por eso, gracias, TORERO, por haber vuelto. Bienvenido seas, José Tomás.

miércoles, 17 de octubre de 2007

La Feria de Quito del 2007

Por Fabián Cuesta R.


Se acaban de lanzar los carteles de la Feria de Quito para este año 2007. Un año hay que decir que la empresa ha guardado un silencio poco considerado de cara al aficionado, hasta el lunes pasado. Hemos pasado elucubrando, suponiendo o ilusionando toreros y combinaciones de carteles, y la empresa, mutis total. Hasta el pasado lunes, día en que sí o sí, tenía que ser pesentado en la Municipalidad de Quito el abono al completo para su aprobación.


Mala cosa. Estarán ustedes de acuerdo conmigo en que no hay nada más emocionante para la afición que ir conociendo, paso a paso, cómo se va montando la feria de la que disfrutará, pagando por supuesto, cuando llegue el momento. La empresa quiteña parece no entender eso, a pesar de que en varias ocasiones se les ha insistido que la iniciativa de compartir con la afición, a más de ser un detalle de cortesía, también supone una buena forma de mantener encendida la afición. Por ello, un palo fuerte para la empresa.


Y para que vean que no todo es malo, se merecen en cambio un una calurosa ovación por los carteles presentados para este año. Todas las combinaciones son de mucha categoría, y hay dos o tres en particular que son de auténtico lujo: 28 de noviembre, 4 y 6 de diciembre.

Algunos otros tienen un gran interés para el aficionado, como el del 1 de diciembre, que acoge a toreros que han tenido una gran campaña en Europa. Es el caso del francés Juan Bautista, que ha dado un fuerte toque de atención en la Feria de Otoño en Madrid, abriendo la puerta grande tras una inspirada y contundente actuación. Y Daniel Luque, que es un torero joven del que se ha hablado maravillas por sus cualidades y clase, pero que la verdad sea dicha, no ha roto como se esperaba, a pesar de tener momentos destacados en el 2007.

Viene Miguel Ángel Perera, para torear el día 4 de diciembre, junto a Sebastien Castella y Guillermo Albán. Recuerden ustedes que el torero pacense fue el autor de la mejor faena del ciclo anterior. Un gran torero en vertiginoso ascenso, infaltable en las principales ferias españolas, en las que ha cosechado enormes e importantes triunfos.

Creo que hay argumentos más que suficientes para decir que la de Quito ahora sí es la mejor feria de América. Fíjense ustedes: Enrique Ponce, Julián López
"El Juli", "El Fandi", Sebastien Castella, César Rincón - en su última actuación como matador de toros-, Miguel Ángel Perera y Domingo López Chávez, este último, un torero que ha crecido y madurado muchísimo, y que también ha sido revelación este año en todas las plazas de España y Francia. ¿En qué otra plaza de América están reunidas todas estas figuras dentro de una misma feria? En ninguna.


Vuelve Guillermo Albán a Quito, luego de su injustificable ausencia en el año anterior. Apoderado y empresa habrán llegado a un buen acuerdo, pues el torero de la tierra viene estupendamente bien colocado, en los dos mejores carteles del ciclo. Se lo merece, por lo demás. Albán es garantía de espectáculo en Quito, en donde se le quiere y admira.

Su campaña europea ha sido corta y muy dura, pero ha puntuado; en Madríd, hace pocos días, se estrelló contra una imposible corrida de María Luisa Domínguez Pérez de Vargas, tradicional en las "resacas" de Sevilla, que lidiaba luego de más de veinte años de ausencia en Las Ventas, y que no permitió lucimiento alguno. Así y todo, fue el único torero de la terna en ser aplaudido por el respetable, por su actitud y disposición en el ruedo, y por ejecutar los pasajes más estimables de una gris tarde. La prensa especializada en España ha hablado bien del guayaquileño luego de su actuación.

Están además los locales Juan Francisco Hinojosa, en quien tenemos fe y esperamos además que alguien lo lleve bien y que pronto salga de este medio para que pueda tener un horizonte con posiblidades; Diego Rivas y Carlos Yánez tienen una nueva oportunidad en esta feria. Ojalá y sepan aprovecharla, porque de lo contrario, se les pondrá más dura la pelea de cara a su futuro profesional.


En el apartado de novilleros, se ha hecho también una buena selección: harán paseíllo el líder del escalafón español del 2007, Pepe Moral; Miguel Tendero y Juan Luis Rodríguez, quinto y décimo segundo en el escalafón, respectivamente, han sido también protagonistas de la temporada.


Ellos estarán junto a los créditos nacionales Álvaro Samper y Martín Campuzano. Álvaro ha hecho una nutrida campaña en ruedos ibéricos, alternando con novilleros punteros del escalafón y cosechando importantes triunfos. Su última actuación, en Las Ventas de Madrid, no pudo ser exitosa por la inoportuna cornada que sufrió al muletear al primero de su lote. Martín no ha tenido demasiado rodaje en el año, pero a buen seguro compensará la falta de oportunidades con su valor y con su buena disposición. Aún se recuerda su redonda actuación de la feria pasada, en la única tarde de su presentación en la feria del 2006.


También se ha acertado, creo yo, con la selección del ganado. Se le ha hecho honor a Huagrahuasi y Triana, que el año anterior fueron rotundas triunfadoras, y con honores, del ciclo quiteño. Están también Santa Coloma, Santa Rosa, Trinidad, Campo Bravo,Carlos Manuel Cobo y Mirafuente, a las que les deseamos suerte desde ya, pues como es lógico, sin toro no hay fiesta.


Otra gran novedad es el debut del joven rejoneador portugués Joao Moura hijo, caballero de dinastía, que va siguiendo la misma senda de triunfos y de clase de su padre. Estará en Quito tres tardes, lo cual supone un atractivo para los amantes del caballo y del toreo a la jineta. En lo personal, con dos tardes estamos bien pagados, pero han dicho tres. Ni modo.


Me extraña, eso sí, la ausencia de César Jiménez, uno de los triunfadores de la feria pasada. Creo que merecía estar aunque sea una tarde, luego de haberse jugado la vida en la "piscina" de Iñaquito, el 6 de diciembre pasado. Y no sólo por ello, sino porque dio la cara, e hizo una faena extraordinaria a Grandioso, un gran ejemplar de Triana, al que indultó en medio del diluvio.
También desde mi personal punto de vista, sobra en tan rematados carteles el toledano Eugenio de Mora, que también se anunció en año anterior y pasó sin pena ni gloria. Vuelve ahora sin mayor justificación ni merecimiento aunque sabemos cómo y por qué viene.


Para mi gusto, el famoso y tradicional Festival del Recuerdo peca este año de repetir toreros ya vistos, como Víctor Méndes. Gran torero, muy querido en Quito y un caballero a carta cabal. Pero ya queríamos ver a otros toreros, otras glorias, que las hay. Dávila Miura no llegó a ser una gloria del toreo y aquí se lo conoce poco. Pepe Luis Vázquez se tapa, por su ancestro taurino y porque tuvo su momento importante en la fiesta. Yo digo que es el festival más flojito de los últimos años.


En fin, la feria ha sido lanzada y ojalá que se mantenga como está. Que no hayan caídas del cartel de último minuto, accidentes indeseables y sobre todo, que a la hora en que suenen parches y metales, y salga el toro, las cosas resulten tan bordadas como el antológico año de 2006, en donde se consolidó la Feria de Quito Jesús del Gran Poder como la mejor de América.




Si deseas ver los carteles de la Feria de Quito Jesús del Gran Poder 2007 pulsa el siguiente enlace:

http://www.burladerodos.com/nota.asp?37935