Desde el día viernes se desarrollan en la Monumental Plaza de Toros Quito las novilladas de pre feria, que como todos los años, convocan a los más nuevos y relevantes prospectos de la torería nacional. A falta de lo que suceda la tarde de hoy, domingo, en los dos primeros festejos se ha abierto la puerta grande, con triunfos del nacional Freddy Segovia, la tarde del viernes 19, y del mexicano Oliver Godoy, en la novillada del sábado 20.
También tuvieron actuaciones entonadas Gabriel Cevallos, que cortó una oreja; Carlos Lárraga, que recorrió el anillo por partida doble y Curro Rodríguez, que se despedía como novillero la tarde del sábado.
Estos ciclos de pre feria son un excelente pretexto para empezar a prender el ánimo taurino entre la afición, que se prepara con máximo interés para acudir a la mayor feria taurina del Ecuador.
Pero además de ello, representan una rigurosa prueba para medir los avances de los nuevos nombres de la torería nacional. Tanto el aficionado que acude a la plaza como quienes llevan los destinos de estos jóvenes prospectos, han de saber valorar y analizar lo bueno, lo malo y lo feo que exhiban en el ruedo estos muchachos. Entendiendo, desde luego, que están recién en sus inicios, y que cualquier fallo de orden técnico es explicable y absolutamente perfectible, en la medida que atesoren lo primordial: madera de toreros.
Porque si hay una verdad tan grande como una catedral es que no se puede engañar, ni dejar que estos mozos se engañen, si es que no reúnen las condiciones necesarias para llegar a ser figuras.
En este sentido, nuestras escuelas deben mirarse en el espejo de lo que acontece en las otros países, como México y Colombia, de donde están saliendo valores interesantísimos para la torería de esos países. Ya no basta entonces con tener candidatos que cumplan con el expediente y punto.
Ecuador necesita con urgencia esos toreros que tomen la posta de aquellos que en algún momento se irán; la apuesta, por tanto, es tener novilleros con un gran potencial competitivo, y que lleguen quizá a superar con creces lo realizado por los profesionales ecuatorianos hasta el día de hoy.
El futuro de la fiesta en nuestro país no solamente depende de los esfuerzos para lograr que la fiesta siga viva; también tienen mucha responsabilidad en ello las nuevas generaciones de toreros; novilleros que tengan el don de sorprender y cautivar el interés del público, para que se les pueda seguir.
Ojalá que de estas oportunidades que la empresa brinda a los jóvenes nuevos valores podamos sacar al menos un par de nombres que conformen el reemplazo generacional de los toreros ecuatorianos.
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