Hace un par de semanas, ya un juez emitió un amparo constitucional mediante el cual deja sin efecto la prohibición emitida por este ente.
Como padre y aficionado a la fiesta, me opongo y llegaré hasta donde deba llegar, para evitar que alguien, totalmente extraño a mi vida y a mis costumbres, pretenda decirme cómo y qué debo enseñar a mis hijos.
Si hay algo que hay que defender, señor Defensor, es precisamente el derecho de TODOS a ejercer la LIBERTAD, en todas sus manifestaciones; libertad de escoger credo o culto, frente a las diversas expresiones culturales de las sociedades. El resto es pura paja, o puro interés de cuatro prepotentes que quieren imponernos SU VERDAD, y nada más.
Hago un llamado a todos los aficionados a la fiesta; a los padres y madres, que están convencidos que transmitir la cultura de la fiesta de los toros a sus hijos es un derecho, y que con ello no están convirtiendo a los suyos en criminales desadaptados o en lacras para la sociedad, a pararnos firmes ante este nuevo intento de atropellar nuestros derechos fundamentales.
También apelo a los jueces imparciales y sensatos, que parten de esas premisas básicas del derecho de todos y de la libertad de expresión en todas sus formas para impartir justicia. Apóyennos y no permitan que nos impongan “sus verdades”.
No quiero abundar más, porque creo que se ha dicho ya todo. Ahora hay que actuar para defender nuestros derechos. El movimiento se demuestra andando.
Y como bien ha dicho el maestro Joaquín Sabina, “¡si no gustan de los toros, que no vayan; pero DEJEN YA DE TOCARNOS LOS COJONES!"
Pues eso.
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