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Grai
Fabián

viernes, 4 de diciembre de 2009

FERIA DE QUITO. 7ma. de Abono./CRÓNICA: CASTELLA DESPLIEGA SU MAJESTAD

RESEÑA

Lleno total en tarde muy calurosa y de viento. Se lidiaron cinco toros de TRIANA, mansos y flojos en general (destacó el 3ro, que fue muy noble y colaborador),  y uno de HUAGRAHUASI (6to., bravo, noble y con transmisión). El  tercer toro de la tarde, de nombre Gitanito, fue indultado por el torero francés. Julián López "El Juli" (obispo y oro) palmas y palmas; Sebastián Castella, dos orejas y rabo simbólicos y ovación; Luis Bolivar, oreja y oreja. El torero colombiano Luis Bolivar confirmó alternativa con el toro Lanudo, de TRIANA.

Finalmente rompió la tarde de hoy una Feria de Quito que venía un tanto gafada, ora por el mal juego del ganado lidiado, ora por fallos a espadas de los diestros actuantes. Y hoy, no es que haya habido ese toro que paga un abono, o que queda especialmente en la recordación del aficionado.


No. Lo que pasa es que hoy hubo en plaza un torero que está "que se sale", como se dice coloquialmente. Sebastián Castella mostró otra vez hoy en Iñaquito por qué es una de las principales figuras del toreo mundial en los actuales momentos.


Tuvo ante sí un primer astado de Triana en el que no veíamos -nosotros, pobres seres mortales y pecadores- mayores oportunidades de lucimiento: hizo una salida más bien sosita, rematando sin demasiada codicia en los burladeros; y luego, al envite del torero con la capa, la tomó bien, pero sin demasiado ritmo ni codicia. Eso sí, el toro tuvo una nobleza suprema, que fue a más durante el trasteo de muleta.



Así pues, el francés lanceó templado y sobrio a la verónica, despertando los olés del público presente, que por cierto,  está  muy a favor del diestro, desde siempre.


Con la muleta realizó una faena que fue, en primera instancia, de mucho mimo , sin obligar al toro, y de ir convenciendo las remisas y sosas embestidas del burel, sobre la base de un temple magistral, a pesar de las incomodidades del viento. Faena siempre a más e inteligente de Castella, que tuvo un momento de inflexión al pasarse al toro a milímetros de su humanidad, en un muletazo cambiado por la espalda, haciendo estallar el olé rotundo de la parroquia.

A partir de ahí, la faena fue ganando en intensidad, por la calidad de los muletazos, que fueron ligándose en un palmo de terreno. Largos, mandones y templados fueron los derechazos, y de igual factura también los ejecutados con la mano zurda.


Toreo macizo, sin nada accesorio o superficial, en una obra muy estructurada y de gran importancia. Incluso, hay que decir que el toro era "normal", sin mayores atributos o virtudes que hicieran pensar en un posible indulto, pero que en las manos del francés se hizo"excelente" y fue a más.


Gran trasteo que al final, por así pedirlo la parroquia y por decisión de la autoridad, terminó con el indulto de Lanudo, de Triana. Conveniente o no -ya el ganadero sabrá-,  lo cierto es que el torero estuvo rotundo, y mereció un premio notable, como el de las dos orejas y el rabo que le fueron entregadas de modo simbólico.


Con su segundo volvió a estar aplastantemente firme y templado, ante un ejemplar que de inicio acometió con alegría a la muleta del francés, pero que perdió rápidamente el resuello y se paró. Todo lo hizo el diestro de Beziers, en un trasteo de mucho temple y dominio total sobre su oponente.


Acortó distancias y literalmente se metió entre los pitones para arrancarle, de uno en uno, varios muletazos de mérito. Se pasó un tanto de faena el torero por tratar de agradar a la afición, y eso quizá le pasó factura al momento de ejecutar la suerte suprema. Por ello, pinchó hasta dos veces y tuvo necesidad de recurrir al descabello, con lo cual quedó sin el premio que le hubiese permitido abultar el "marcador" en la tarde de hoy.

La cruz la vivió sin duda Julián López "El Juli", que se estrelló con dos toros mansos, rajados y muy parados, que no permitieron ningún lucimiento al torero madrileño. Lo intentó de modo persitente Julián, sin poder hacer faena a ninguno de sus dos oponentes. Otra vez será;  quizá el domingo venidero.


El debutante colombiano Luis Bolivar cayó de pie en Quito. Le cortó una oreja a cada uno de sus oponentes, y lo que es más importante, dejó su cartel en alza para las ediciones venideras de esta feria.


A su primero, el de la confirmación, le hizo un trasteo limpio y templado, basado principalmente sobre la mano diestra, que tuvo eco en los tendidos. También con la mano zurda logró muletazos de buen trazo. Mató de estocada entera y en buen sitio, y la autoridad le concedió la oreja.

Su segundo fue, sin duda, el mejor toro del encierro. Marianillo, de Huagrahuasi fue un noble y colaborador ejemplar, que además tuvo transmisión y franquía en sus embestidas, por ambos pitones.


Bolivar estuvo aseado con él, aunque se echó en falta mayor ajuste y cercanías en su toreo por ambas manos. Quizá molestó mucho el viento al torero de Cali  y por ello su labor no fue del todo redonda. Se tiró a matar con mucha verdad y dejó un espadazo en gran sitio, de efecto fulminante. El público sacó pañuelos y la autoridad concedió el apéndice que le permitió abrir la puerta grande y acompañar a Su Majestad, Don Sebastián, en loor de triunfo.


Así las cosas, tenemos ya, al parecer, al triunfador del ciclo ferial quiteño del año 2009. Si me apuran, diré que Castella se lo merece, pues ha tenido una extraordinaria feria en las tres tardes en las que actuó. Sin embargo, quedan aún dos festejos en el abono, y todo puede suceder.



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