RESEÑA.-
Sexta corrida de Abono. Lleno, en tarde de mucho sol y viento persistente. Se lidiaron 3 toros de Huagrahuasi (1ro, 5to y 6to) y 3 toros del hierro de Triana ( 2do, 3ro, y 4to) desiguales en presentación y mansos aunque nobles en general, a excepción del primero, que tuvo clase y son en sus embestidas. Luis Francisco Esplá (sangre de toro y oro) ovación con saludos en ambos; José Tomás (sangre de toro y oro), ovación con saludos en ambos; Diego Rivas (obispo y azabache), silencio tras aviso y silencio.
Hace ocho largos años que el público de Quito vio por última vez a José Tomás en la plaza de esta ciudad. En aquella ocasión tuvo una actuación entonada, cortando una oreja y recibiendo un puntazo en su segundo oponente. Esta tarde, luego de todos esos años transcurridos, volvía a quito la figura agigantada y ya de leyenda del torero de Galapagar. Y como entonces, y quizá más aún hoy, la presencia de JT había despertado clamor y expectación inusitados. Todos nos las prometíamos felices, pensando y soñando que veríamos reeditar las tardes de gran triunfo del madrileño en las dos últimas temporadas., desde su retorno a los ruedos. Pero no, esta vez tampoco pudo ser.
Y todo en gran medida porque la materia prima primordial, el toro, no fue colaborador propicio para que se diera la apoteósis esperada en la tarde de hoy. La verdad es que el encierro compuesto por los toros de los hierros de Huagrahuasi y Triana, que habían sido grandes protagonistas de ciclos feriales pasados, en esta ocasión bajaron de tono y no estuvieron a la altura de circunstancias tan especiales como las de hoy.
El maestro alicantino Luis Francisco Esplá tuvo una actuación esforzada y siempre por encima de las condiciones de los toros que lidió. Su primero, un corpulento y atacado toro de Huagrahuasi, tuvo clase y transmisión en su embestida, pero su excesiva romana impidió, quizá, que su embestida fuera más larga y que tuviera un tranco algo mayor. A este, Esplá lo entendió a la perfección y lo recibió con solera y tersura a la verónica, haciéndose aplaudir de entrada por parte de la aficíon.
Cubrió el tercio de banderillas con más voluntad que brillantez, aunque de los tres pares del tercio, el tercero fue un gran par, por reunión, colocación y dominio de terrenos.
Con la muleta estuvo en maestro, corriendo la mano con exquisito temple y suavidad en el toreo en redondo, de donde destacaron dos muletazos de gran empaque y profundidad. Cuando mejor lo estaba entendiendo y toreando, el pupilo de Huagrahuasi se rompió la mano izquierda, quitándonos a todos el caramelo de la boca, pues todo hacía presagiar una faena grande. Molesto y apesadumbrado, el maestro alicantino tomó la espada y pasaportó al buen ejemplar de un espadazo en todo lo alto. Recibió una muy fuerte ovación desde el tercio.
A su segundo, un terciado ejemplar de Triana, que embistió siempre sin emplearse y con la cara arriba, el veterano torero se la jugó de verdad, y tiró de oficio y valor para firmar un trasteo decidido con algunos pasajes de calidad, sobre todo por dominio de terrenos y poderío de su muleta. Lo pinchó en el primer viaje y dejó una media estocada arriba y en buen sitio; apenas constató la ubicación del estoque, el alicantino hizo el ademán de "ahí queda eso", y se retiró al burladero de matadores mientras el toro rodaba. Se escuchó otra atronadora ovación para el asolerado y añejo torero, que esta tarde decía adiós a los ruedos de Ecuador.
Como ya se dijo, José Tomás tampoco tuvo suerte esta tarde en Iñaquito. Penoso es que Quito no haya podido aquilatar la verdadera dimensión del diestro de Galapagar, aunque ciertamente esta tarde dejó en la arena de Iñaquito varios muletazos de bella factura, preñados de hondura, largura y verdad.
Su primero fue un toro manso y con clara tendencia a tablas, con el que José Tomás se inventó una faena a base de consentirle en los primeros pasajes del trasteo de muleta. En las tandas siguientes, sin molestarle y mimándole mucho, fue metiéndole en la canasta hasta lograr varias tantas, sobre todo con la mano diestra, de enorme calidad y hondura: los muletazos fueron limpios y ligados, pese al viento reinante, y cada uno de ellos pareció eternizarse en el tiempo. Terminó su trasteo con unas ajustadas y templadas manoletinas, que fueron un gran colofón para su obra. Falló con la espada y por ello perdió el trofeo que prácticamente lo tenía en su esportón. Una lástima.
Con su segundo, que fue otro toro manso y muy agarrado al piso, José Tomás volvió buscar la forma de sacarle partido, logrando algún muletazo marca de la casa; pero al ver las mínimas prestaciones del de Triana, el torero se contagió en cierta forma de la modorra que transmitió su oponente. Esta vez también pinchó una vez antes de dejar media estocada desprendida. Saludó una fuerte ovación desde el tercio.
El torero local Diego Rivas tuvo una tarde opaca y anodina, pues no supo desentrañar las complicaciones y tampoco pudo sacar provecho de las bondades que le ofreció, por ejemplo, el primero de su lote, que fue un colorado ejemplar de Triana. Exigente galopó con son y alegría de salida, metiendo la cara con clase en los engaños. No se asentó con él en el toreo a la verónica, y permitió que el picador Braulio Almeida lo masacrara en el caballo, en dos puyazos fortísimos que acabaron con las buenas condiciones que apuntó el toro de salida. Tan culpable el picador como el torero, desde luego, pero se echó en falta un poco de sentido común en el matador para cuidar al toro y dejar un material potable para la faena de muleta.
Así, el trasteo muleteril del torero de Latacunga fue aburridor y con poco contenido. Una pena, porque ciertamente el torero pudo tener buen material para hacer el toreo y triunfar, de haber sacado pronto al toro del caballo.
Con su segundo, sexto de la tarde, volvió a estar Diego totalmente espeso de ideas, sin ganas ni ambición. Mediada la faena de muleta, el toro buscó las tablas y el torero procuró insistir en esos terrenos, sin que aquello tenga ninguna emoción.
Terminó así una tarde en la que un maestro consumado se fue con su veteranía a flor de piel, aderesada con su siempre simpática sonrisa. Gracias torero, por todos los años que nos regaló con su maestría y particular personalidad. Se fue también el monstruo de Galapagar, el "inhumano", un torero de leyenda al que Quito, una vez más, no pudo ver en su real dimensión. ¿Volverás a Quito, José? Ojalá que sí.
1 comentario:
ME GUSTO LO POCO QUE PUDO HACER JOSE TOMAS, ES UNA PENA QUE CON EXPECTATIVA DE LA CORRIDA, LOS TOROS NO ESTUVIERAN A LA ALTURA DEL ACONTECIMIENTO.ESPLA BIEN CON OFICIO. ENTIENDO QUE LA PRESENCIA DE LOS TOREROS ECUATORIANOS EN CARTEL, PERO EL NIVEL ES DEMASIADO BAJO, DEBERIA DE EXISTIR UNA AYUDA PARA QUE ESTOS TOREROS TENGAN NO SOLO LA PASION SINO UNA BUENA PREPARACION. GRACIAS FABIAN SIGUE ASI. SUERTE
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