Bienvenidos a TOROS EN ECUADOR

Bienvenido, amigo aficionado. Lo que aquí encontrará es un esfuerzo de un aficionado como usted, que siente la fiesta con pasión e ilusión. Desde aquí ofreceré mi modesto y muy personal punto de vista sobre la fiesta; podrá encontrar también crónicas de festejos, en distintas partes del territorio ecuatoriano; análisis los momentos más importantes de la fiesta en el mundo taurino.

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Grai
Fabián

jueves, 10 de febrero de 2011

Triunfo apoteósico... de la LIBERTAD

RESEÑA
Lleno impresionante en los tendidos en noche de temperatura fresca pero agradable. Se lidiaron cinco ejemplares: uno de Triana, noble y colaborador; dos de Vistahermosa, colaboradores y con recorrido; uno de Santa Coloma, complicado; y uno de Peñas Blancas, flojo aunque noble. David Fandila "El Fandi" oreja y dos orejas en el de regalo; Sebastián Castella, ovación y dos orejas y rabo, en el de regalo; Martín Campuzano, ovación.
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Imponente entrada lució el coso de Iñaquito
Una vez más se hizo evidente que los siempre caprichosos elementos naturales que dominan esta franciscana ciudad andina tienen un pacto secreto con la fiesta de los toros. Los días pasados habían sido desapacibles y lluviosos, pero el día de ayer el sol se dejó ver abiertamente en el cielo quiteño desde temprano; las nubes cargadas de agua se dispersaron y la temperatura ambiente fue benigna y hasta agradable tanto en el día como en la noche. Y gracias a ello precisamente, pudo vivirse una noche maravillosa y completa, que ya cuenta su historia dentro de los anales de la cultura y tradiciones de la capital del Ecuador.

"El Tortuga" enciende la antorcha
Mientras se coreaba unánimemente "¡libertad, libertad, libertad!" Neptalí Caza "El Tortuga" encendió la antorcha que recorrió el ruedo, y detrás de ella, latieron más de quince mil corazones y voluntades.

La noche de ayer fue una auténtica fiesta de paz, hermandad y diversidad, solamente interrumpida en algún momento de la noche por un impertinente que trató de acallar la voz de la afición. 

el colorido de nuestras tradiciones
Lo que vivimos quienes asistimos fue un compendio de coloridas tradiciones y expresiones culturales; muy seguramente para muchos supuso el primer contacto con las peleas de gallo, o las danzas y comparsas populares de varios rincones de la serranía, que tienen al toro bravo como centro de sus celebraciones.

Y como no podía ser de otra manera, la plaza se llenó hasta la bandera, o incluso más, pues hasta las gradas de acceso a las localidades aparecieron totalmente cubiertas de un público, tan diverso y distinto como nuestras tradiciones. Gente joven y gente adulta, de distintos niveles socioeconómicos, comulgamos juntos en los graderíos de la Plaza de Toros Quito, y vivimos una velada inolvidable. ¿No es acaso esto la libertad y la democracia?

gallos en pelea
Se desarrollaron en el ruedo quiteño varias demostraciones de las peleas de gallos que el público asistente acogió con cariño, respeto e interés. Mientras en pequeños círculos se desarrollaban los combates de estos bravos y aguerridos especímenes, un locutor iba detallando el por qué de cada momento y comportamiento del animal en combate. Tuvimos además la gran oportunidad de disfrutar de la riqueza artística de muchas colectividades ingígenas que mantienen vigente la presencia del toro bravo en sus celebraciones.

Ovacionados
Unos minutos después de las ocho de la noche se abrió la puerta de doble hoja de la plaza para que David Fandila "El Fandi", Sebastián Castella y Martín Campuzano rompan el paseíllo de este esperado festival, ante el clamor y las atronadoras ovaciones del público quiteño.

El Fandi lidió un castaño ejemplar de la ganadería de Triana, que respondió al nombre de "Libertad", un novillo que tuvo emoción en sus embestidas aunque le faltó un punto de casta, pues protestaba siempre al final de cada muletazo. El Fandi estuvo vibrante y bullidor en el saludo de capa, sobresaliendo en unas ajustadas chicuelinas que calentaron el ánimo del respetable.

Y como ya es su costumbre, volvió a poner la plaza boca abajo con los rehiletes, en tres pares de banderillas muy conjuntados y espectaculares.

Chicuelina de "El Fandi"
Inició su faena de muleta de rodillas, con gran decisión y ganas de agradar. Su trasteo fue igualmente vistoso, procurando hilvanar muletazos de trazo largo, aunque el de Triana protestaba un tanto con la cara arriba. Entró a herir dejando una estaocada arriba y de gran ejecución, pero solamente la impericia del puntillero hizo que el premio a la labor del granadino quedase en oreja, pudiendo haber sido las dos como justo premio a su actuación.

Lidió El Fandi un segundo toro, ante el buen detalle de la empresa gestora de la plaza, que obsequió a los actuantes la oportunidad de redondear su actuación. Se las vio el torero de Granada con un novillo del hierro de Peñas Blancas, que tuvo mucha movilidad y transmisión, al que el diestro español lo aprovechó de principio a fin, hasta cuando duraron las prestaciones del ejemplar. Y si el tercio de banderillas protagonizado en su primero fue extraordinario, este segundo fue antológico.

Nuevamente el público le ovacionó de pie, al grito de ¡torero, torero!. Volvió a ponerse de rodillas en el medio del platillo para iniciar su faena de muleta, y en uno de los muletazos a punto estuvo de ser prendido por el toro, que milagrosamente hizo por la muleta antes que por el torero.

Trasteo esforzado y muy entregado el de David, pero que no tuvo un gran fondo argumental porque el toro fue también perdiendo el fondo y quedándose cada vez más corto. Pinchó sin soltar en el primer encuentro y dejó una gran estocada en el segundio viaje, de efectos inmediatos. El palco cocedió las dos orejas al torero.

Al francés Sebastián Castella le correspondió un parado e incierto animal, con el hierro de Peñas Blancas, con el que estuvo muy asentado y fino con el capote. Para el inicio de su faena de muleta se sentó en el estribo de las tablas, y ahí le recetó varios muletazos, muy quieto y decidido. El novillo midió siempre al torero, y eso hizo que el trasteo fuera más meritorio, pues el francés puso todo de sí para lograr agradar y triunfar. Empero, no pudo estar más que voluntarioso en su trasteo, y fue ovacionado luego de dejar media estocada algo tendida.

Castella, con las banderillas
Se "sacó el clavo" sin embargo Sebastián con su segundo, un muy buen ejemplar de Vistahermosa, que tuvo clase y recorrido en sus embestidas. Así lo vio el francés, que lo toreó con primor a la verónica. Se desbordó en entusiasmo el torero, y ¡tomó los rehiletes!, invitando también a sus compañeros de cartel a cubrir el tercio de banderillas. Osado gesto el del torero, pues quiso medirse nada menos que con el emperador actual del tercio de banderillas. Fue por delante Fandila, y dejó un gran par; le siguió el torero nacional Martín Campuzano, colocando un soberbio par al violín, y cerró el francés, que dejó un extraordinario par al quiebro, en los mismos medios de la plaza.

Para entonces, Iñaquito era un manicomio, y de esa guisa siguió durante toda la faena de muleta de Sebastián, que tuvo pasajes de inspiración en improvisación, y también toreo fundamental, largo y hondo. En definitiva, una labor completísima, que fue rubricada de forma notable con la espada. El toro rodó y le fueron concedidos los máximos trofeos por su actuación.


El matador local Martín Campuzano vivió la cruz del festejo, pues lidió en su turno un complicado ejemplar de Santa Coloma, al que además no logró verlo claro ni asentarse con él. Y eso que derrochó ganas y buen toreo con la capa, lanceando con cadencia y suavidad a la verónica. Tuvo el detallazo Martín de congregar a los de su gremio en el ruedo, y allí les brindó la lidia y muerte de "Prohibido prohibir".

Pero ya con la muleta, el torero de la tierra anduvo dubitativo sobre todo luego de un feo achuchón, que pudo tener consecuencias pues lo cogió de forma aparatosa. Así y todo, Martín intentó ponerse por ambos pitones, sin lograr acoplamiento. La gente reconoció su esfuerzo y le tributó una calurosa ovación  al final de su trasteo.



Los tres toreros, a hombros
Salieron en hombros los tres toreros, por derecho propio y porque la noche merecía tal colofón. La noche terminó en triunfo apoteósico, y no de los baratos o fáciles, sino de los de verdad. La gente que llenó el coso de Iñaquito no se movió de sus localidades hasta verlos salir a los tres toreros por la puerta grande, pues era ese un símbolo del triunfo de la fiesta de los toros, de los gallos, de las tradiciones, sobre cualquier intento de imponer, de obligar, de desvirtuar el derecho y la libertad de los demás.

¡Viva la fiesta de los toros!

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