Reseña:
Más de tres cuartos de entrada en tarde de sol y ráfagas de viento. Se lidiaron tres toros de Peñas Blancas y tres de Santa Coloma, que fueron colaboradores en líneas generales, a excepción del sexto, que tuvo poca fuerza y transmisión. Primero y segundo, aplaudidos en el arrastre. Andy Cartagena, oreja y oreja; Rafaelillo, ovación en el único que mató; Álvaro Samper, palmas, pitos con tres avisos en el que mató por Rafaelillo y silencio.
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Parte facultativo de Rafaelillo: "Cornada en la cara posterior lateral del muslo izquierdo, con dos trayectorias: la primera de 20 centímetros de longitud y un orificio de entrada de 5 centímetros, que daña planos musculares; y la segunda, de abajo hacia arriba y adentro, de 10 centímetros de longitud, ambas sin daños vasculares ni nerviosos."
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El claroscuro de la alegría y la tragedia se vivió la tarde de ayer en el coso de Iñaquito, con dos toreros que corrieron suertes distintas. Mientras el rejoneador Andy Cartagena paladeó las mieles del triunfo, el murciano Rafaelillo debió abandonar la plaza, rumbo al hospital, luego de ser corneado por el quinto de la tarde. Son las cosas que tiene la fiesta de los toros, en la que los matices y circunstancias de la vida misma se viven de manera intensa y palpable.
Andy Cartagena volvió tras varios años de ausencia a la plaza quiteña, en cuya feria se ha anunciado para tres tardes. La primera de ellas, el día de ayer, fue redonda para el caballero rejoneador, pues estuvo francamente bien con sus dos oponentes.
Cortó la primera oreja de la tarde en su primer toro, luego de una actuación vibrante y dinámica, en la que además contó con un ideal colaborador; el astado de la ganadería de Santa Coloma tuvo la virtud de la movilidad y prácticamente no se cansó de embestir durante toda la faena. Con semejante material, Andy desplegó sus bien aprendidos recursos e hizo gala de muy buena monta y dominio de las suertes. Su quehacer fue siempre limpio y reunido y contó, además, con el entusiasmo permanente del público capitalino, que por cierto, la tarde de ayer se dio cita en mayor número.
Todo hacía pensar que no habría posibilidad alguna de lucimiento con el segundo de su lote, que fue un novillote feo de hechuras y que en principio no mostró ningún interés en las cabalgaduras del caballero español. Sin embargo, una vez que se puso delante el peón de brega, el toro acometió con codicia, humillando y desplazándose con gran clase por ambos pitones. Cosas de los toros.
Sobre la base de llegarle mucho y exponer, Andy fue encelando al pupilo de Peñas Blancas, para ir construyendo una compacta y redonda actuación en la que destacaron tres banderillas cortas al violín, colocadas sin solución de continuidad, que motivaron una gran ovación del respetable. Acertó de nuevo con el rejón de muerte y la presidencia concedió una merecida oreja a Cartagena.
Rafaelillo se presentó la tarde de ayer en Quito, y confirmó por tanto su alternativa, oficiando de padrino el nacional Álvaro Samper. Las dos largas cambiadas que recetó a su primero fueron toda una declaración de intenciones del torero de Murcia. Se lució pues con el capote, en lances muy templados a la verónica, muy jaleadas por el público asistente. Con la pañosa estructuró un trasteo serio y compacto, en series muy reunidas, poderosas y de mano baja. Todo iba camino del triunfo en su primero, pero no acertó a la hora de usar la espada y todo quedó en una cerrada ovación que saludó desde el tercio.
A su segundo, un toro serio y muy astifino de Santa Coloma, también lo lanceó enfibrado y con decisión con la capa. Empezó faena de muleta con las dos rodillas en tierra. Ya en pie, procuró rematar la serie con un forzado de pecho y en un extraño del toro, lo prendió por el muslo izquierdo infiriéndole una cornada en el muslo izquierdo. Fue trasladado rápidamente a la enfermería y posteriormente a un centro de salud de la ciudad.
Tampoco pudo triunfar el ecuatoriano Álvaro Samper la tarde de ayer, en lo que supuso su segunda comparecencia en el abono ferial de este año. Sorteó en primer lugar un bonito y armonioso ejemplar de Peñas Blancas, colorado de capa, que tuvo su miga y bastante para torear. Se estiró bien a la verónica el torero de la tierra e hizo un bonito quite por delantales. Con la muleta, sin embargo, no logró estructurar una faena consistente ni conectar con su obra en el público asistente. Luego de pinchar por dos ocasiones, dejó una estocada casi entera con la que despenó a su oponente.
Tampoco estuvo acertado con la espada con el que había herido a Rafaelillo. Escuchó los tres avisos y vio cómo el toro volvía a los corrales de la plaza.
El toro que cerró el festejo fue un bonito toro de capa cárdena y armonioso de hechuras, pero que tuvo poca fuerza y transmisión. Con éste tampoco logró Álvaro sacar mayor partido, en un trasteo que fue largo y carente de emoción ante las flojas y sosas embestidas del pupilo de Santa Coloma.