Delantal de Curro Rodríguez |
Ponce da vuelta al ruedo con los máximos trofeos |
Lanceó, cadencioso y muy templado con la capa a su primero, un toro sumamente noble y colaborador, aunque a inicios del trasteo se venía un tanto distraído. Ponce lo entendió a la perfección y fue haciéndolo de a poco y sobre la base de enseñarle la muleta una y otra vez, el pupilo de la casa Cobo terminó por entenderse solamente con el torero. Las cotas más altas de su trasteo vinieron cuando Ponce interpretó el toreo al natural, logrando muy bellos muletazos plenos de temple y elegancia.
Con el toro ya dominado y entregado desplegó varias ‘poncinas’, pase de su creación. Vinieron luego unos cambios de mano extraordinarios que arrancaron las ovaciones más fuertes de la tarde. Siguió de esa guisa el torero de Chiva hasta que la gente empezó a pedir el indulto. En ello también se ocupó el torero viendo el entusiasmo del público, pero la autoridad de plaza no dio paso a esas intenciones.
Montó la espada Ponce y dejó una gran estocada en todo lo alto de efectos inmediatos. La autoridad concedió las dos orejas y el rabo del buen ejemplar de Triana.
El segundo fue un toro distraído con el que Ponce pasó mucho tiempo delante. Estuvo muy aseado con el capote, mientras que su faena de muleta no logró calar en público asistente. No estuvo acertado con la espada y por ello sólo recibó una ovación.
Morante de la Puebla no tuvo a su favor unos toros a modo para dejarnos ver el arte puro que posee en su alma y sus muñecas. La tarde de ayer pareció abúlico y desmotivado: seguramente como resultado del lote que sorteó.
El genial Morante, con la capa |
Curro Rodríguez tuvo el infortunio de ver cómo el toro se rompía las manos en el ruedo y se esfumaban sus sueños de esa alternativa dorada.
El inicio de la faena fue muy auspicioso, pero luego de dos entonadas tandas con la mano diestra, el toro se desgració y debió pasaportarlo sin más trámite.
No pudo encontrarle Curro el sitio ni los terrenos adecuados a su segundo oponente, que se tornó violento en la medida que tropezaba, una y otra vez, la muleta del flamante matador. También escuchó un aviso de la autoridad al no estar acertado con la espada.
El cartel, en el papel, era uno de los platos fuertes de la feria. Aún así, tampoco la plaza se llenó. Ojalá el público acuda masivamente al coso de Iñaquito, como ha sido la tónica y la tradición de esta feria quiteña, la más importante de América.
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