sábado, 4 de diciembre de 2010

Feria de Quito.- Séptima de Abono: Una tarde de las que hacen afición.


Reseña

Llenazo imponente en tarde de temperatura agradable. Se lidiaron cuatro toros con el hierro de Huagrahuasi , bien presentados en general; y dos de Triana (4to, de nombre “Forzador”, fue indultado por Guillermo Albán; y 6to, que recibió vuelta al ruedo a sus despojos mortales), bravos y nobles. Guillermo Albán, palmas y dos orejas y rabo simbólicos; El Fandi, oreja y dos orejas; Sebastián Castella, oreja y dos orejas.

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Gran muletazo por bajo de Guillermo Albán
¡Hasta que por fin rompió la Feria de Quito de este año! Todos apostábamos a este cartel, uno de los más rematados del ciclo ferial, y cruzábamos dedos para que todo saliera bien; pero la verdad es que mejor no pudo haber resultado.

Además, como sabroso adereso se le rindió homenaje en persona al mítico Manuel Benítez "El Corbobés", que recibió una placa conmemorativa por los cincuenta años de la feria, y por haber sido uno de los toreros más representativos de la historia de esta plaza.

El público acudió en forma masiva al coso de Iñaquito y registró un entradón, al punto de ocupar incluso los graderíos de acceso a las localidades. Luego, tres toreros que llegaban con su máximas aspiraciones de triunfo; dos de ellos, Fandi y Castella, quemando sus últimos cartuchos en la feria, y el guayaquileño Guillermo Albán que  "a su plaza” luego de que el año anterior sufriera una fractura de la muñeca izquierda, y no lograra redondear su actuación la tarde de cierre de la Feria 2009.

Finalmente, un encierro que en líneas generales posibilitó el triunfo de los tres espadas. Lo dicho, no se podía pedir más.

Y redonda resultó la tarde, con el triunfo de los tres toreros que abandonaron el ruedo a hombros y en loor de multitud, acompañados del ganadero José Luis Cobo.

Guillermo Albán estuvo muy asentado y pulcro en su primero, al que no pudo torear de salida con el capote pero que sí lució en un ajustado y rítmico quite por chicuelinas. Realizó una faena de muleta muy templada por el pitón izquierdo, pues por el derecho apenas si se desplazaba el pupilo de Huagrahuasi. Estuvo un tanto frío Guillermo al inicio de su trasteo, pero fue calentándose a medida que el público entró también en su faena. Como casi nunca, estuvo poco acertado con los aceros y perdió lo que pudo ser una primera oreja en su espuerta.

Saltó a la arena “Forzador” de Triana, que trajo en sus embestidas la dulce revancha para el torero, por lo de aquel ejemplar que el año anterior debió corresponderle en suerte, pero que no pudo lidiar por su percance. A ese , también de Triana, lo indultó "El Juli" y con ello se llevó el trofeo de la feria.

Así que "Forzador" le brindó esa oportunidad, que Guillermo la aprovechó cabalmente. Se estiró templado a la verónica y lució también en un ajustado y vistoso quite por gaoneras, que prendieron el entusiasmo del público. Inició su faena de muleta con elegantes y templados muletazos por bajo, para ir depurando las buenas embestidas de su gran oponente. Faena que fue a más, con un ejemplar que también se rebosaba más en la tela que le ofrecía el torero de la tierra, que le dio fiesta toreándolo por ambos pitones con temple y cadencia. 

Derechazo de Albán
Sobre la mitad de faena la autoridad, con gran criterio y afición, sacó el pañuelo naranja para conceder el indulto del gran ejemplar de Triana. Luego de ello vino lo más redondo de Albán, que instrumentó sentidas series por ambas manos. Sobresalieron unos bellos muletazos por bajo, cambios de mano incluido, que fueron sensacionales. Señaló haciendo la suerte de matar para despedirlo con una emocionada caricia en el testuz. Y a sus manos fueron a parar los máximos trofeos simbólicos del toro. Vuelta al ruedo clamorosa de Albán, que disfrutó a tope y que, incluso, dejó correr alguna lágrima de sus ojos, por tan intenso momento. 
El Fandi volvió a “enfandilar” a la concurrencia con sus extraordinarios tercios de banderillas. Pero no se crean ustedes que el granadino estuvo bien solo con los rehiletes. No, para nada. Toreó divinamente con el capote a sus dos ejemplares, estirándose con gracia y un temple exquisito. Brilló también en los quites de capa y en algún pinturero recorte.

Buen derechazo de El Fandi

La faena de muleta a su primero tuvo una primera parte de gran profundidad, con series de muletazos de mucha clase y empaque; siempre templado y mimando mucho las endebles embestidas de su oponente. Luego, con el animal ya más aplomado, echó mano del repertorio accesorio para mantener el interés del público, que siempre lo aplaudió a rabiar. Se tiró a matar como un león y dejó una gran estocada. Se le concedió la oreja, aunque la gente pidió con fuerza también un segundo trofeo, que la autoridad no concedió.

Volvió a armar un lío gordo con las banderillas en su segundo, y a estar muy asentado toreando con la muleta. La parte final de su trasteo bajó un tanto de tono ante el cambio de lidia del ejemplar de Huagrahuasi, que si bien le dejó estar, no le permitió desarrollar faena por el pitón izquierdo. Se tiró otra vez a matar con gran decisión y dejó una estocada entera, algo caída, que fue suficiente para despenar al toro. Cortó dos orejas, pedidas mayoritariamente por el respetable.

Sebastián Castella también había cortado una oreja de su primero luego de una faena elegante y valerosa, en la que destacó su quietud y su capacidad para improvisar y resolver los momentos en una fracción de segundo. Esa chispa que provoca júbilo en los tendidos y que tanto gusta en Quito.

Trincherazo de Castella
Lo mejor vino, sin embargo, con el segundo de su lote, que cerraba la corrida. El pupilo de Triana tuvo también mucha calidad y fue bravo. Lo exprimió Castella en series largas y mandonas por ambos pitones. Logró dos tandas enormes de naturales, que fueron largas y plenas de plasticidad. Volvió a ser en este ejemplar el torero que hemos estado acostumbrados a ver, apabullante y con un valor seco que sorprende. Mató de una gran estocada y se le concedieron los dos trofeos del buen astado de la casa Cobo.

Al final, los tres toreros a hombros junto con el ganadero, y toda la gente cantando el “Chullita Quiteño”. ¡Eso es la fiesta de los toros. Que viva Quito, que viva la fiesta brava!

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