RESEÑA
Mas de tres cuartos en tarde de diluvio, a partir del cuarto de la tarde. Se lidiaron seis novillos de La Trinidad, muy bien presentados y en tipo, de juego y comportamiento variado y bajos de raza; y uno, de Vistahermosa, para rejones, bravo y con transmisión.
Alvaro Montes (rejoneador) silencio; Alvaro Samper, silencio y silencio tras dos avisos; Jose Carlos Venegas, palmas y oreja; Miguel Angel Delgado, oreja y oreja.
Miguel Angel Delgado salió a hombros.
CRÓNICA
Una entipada y preciosa novillada lidió esta tarde el ganadero de La Trinidad. Sus pupilos, sin embargo, dieron un juego diverso y sin acabar de rematar, sobre todo por la falta de raza de varios de ellos.
Alvaro Samper volvía a Quito luego de su grave lesión de rodilla del año anterior, pero no pudo remontar el ambiente en ninguno de sus dos trasteos.
En su primero estuvo limpio y asentado, toreando con pulso y suavidad a su oponente, que se apagó pronto y se paró. Usó muy mal la espada y perdió trofeo.
Con su segundo estuvo afanoso y trató de echar el resto para no irse de vacío, pero ni el viento imperante ni las condiciones poco propicias de su enemigo le permitieron redondear su actuación. Volvió a pinchar y falló también con el descabello, y su labor fue silenciada.
José Carlos Venegas presentó credenciales de torero serio y clásico en sus dos trasteos y recibió el reconocimiento del público quiteño.
Con su primero estuvo valiente, firme y templado y compuso un trasteo de corte clásico y mayestático que tuvo eco en el tendido. Falló a espadas y su labor fue aplaudida por el respetable.
Volvió a estar firme con su segundo, en un trasteo que fue a más a un ejemplar con clase pero flojo de La Trinidad. Lo mató de un extraordinario volapié y cortó una oreja de peso.
Miguel Angel Delgado estuvo también firme y entonado en sus dos faenas y dejó buen ambiente en Quito. Le cortó una oreja a su primero tras una faena templada y vistosa, bien rematada con la espada.
Hizo un gran esfuerzo con su segundo, un novillo alto y muy ofensivo por delante, bajo el torrencial aguacero que arreció, precisamente, a partir de esos momentos. Pinchó una vez antes de dejar una estocada contraria, y le fue concedida la oreja, con la cual abrió la puerta grande.
Alvaro Montes se coló a última hora en el cartel de hoy. Sorteó un bravo y correoso ejemplar de Vistahermosa que colaboró notablemente para que el rejoneador luciera con sus cabalgaduras, en una labor mal rematada con el rejón de muerte.
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