domingo, 6 de diciembre de 2009

FERIA DE QUITO. ÚLTIMA DE FERIA.- CRÓNICA: UN GRAN "EL JULI" SE DESTAPA

RESEÑA

Lleno de no hay billetes en tarde de sol y mucho calor. Se lidiaron toros de cuatro hierros distintos: Huagrahuasi (1ro., manso y parado); Mirafuente (2do., noble y colaborador y 5to., noble y colaborador); Vistahermosa (4to., toro muy serio y bien armado, complicado en la muleta); y Triana (3ro. complicado y sin humillar en los engaños; 6to., bravo, muy noble y de mucha calidad). Julián López "El Juli"  (verde botella y oro) oreja, ovación y dos orejas y rabo simbólicos (indulto); Guillermo Albán (azul marino y oro), oreja en el único que mató; Joselito Adame (turquesa y oro), oreja y vuelta con bronca al palco por no conceder la oreja.  Guillermo Albán sufrió fractura de la muñeca al ser alcanzado por el segundo de la tarde.

Apoteósico ha resultado el cierre de la Feria de Quito "Jesús del Gran Poder" en su edición 2009, que concluyó esta tarde. Estábamos anhelando algo como lo de hoy para el cierre, pues la feria, la verdad sea dicha, ha tenido muchos altibajos. Y no siempre por el mal juego de los toros, que también lo hemos anotado, sino porque los toreros, a la hora de colofonar sus faenas, han fracasado en la suerte suprema, dejando el balance artístico del ciclo en mucho menos de lo que se pudo alcanzar realmente.

Pero esta tarde, "El Juli" se destapó logrando conjuntar una obra extraordinaria y armar un verdadero alboroto en el coso de Inaquito. 

Su primer toro fue un soso y manso ejemplar de Huagrahuasi, con el que el torero de Velilla se afanó por meterlo en la canasta, haciéndolo todo él, buscándole las vueltas y atacándole mucho, sin lograr respuesta en el manso. Trasteo esforzado que fue calando de a poco en el tendido y que le ovacionó con fuerza en agradecimiento a su esfuerzo y ganas. Mató de gran estocada en lo alto y le fue concedida la oreja de su oponente.

El que hizo segundo de su lote, cuarto de lidia ordinaria, fue el toro más serio y rematado de toda la feria, quizá. Rajatabla, de Vistahermosa, fue un toro muy cuajado, bien armado y alto de agujas, que tuvo emoción de salida y que transmitió mucho en la muleta del torero español. Una faena para aficionados, pues Julián estuvo muy firme con él, estructurando una faena muy importante y de mérito. De no haber pinchado hasta dos veces, antes de agarrar la estocada que además resultó caída, seguro hubiese cortado la oreja del astado. Todo quedó en una cerrada ovación al rodar el toro.

Tras el percance del torero guayaquileño Guillermo Albán, El Juli se las entendió con el ejemplar que tocaba lidiar al paisano. Agresivo, de Triana, saltó en último lugar al ruedo, y entregó su calidad y nobleza a la muleta de Julián López, que firmó una faena cumbre e intensa, trabajada en unas primeras series sin atacar demasiado al pupilo de Triana, para irlo "haciendo" e ir sacando el extraordinario fondo y clase que tuvo.

Un trasteo redondo, pletórico de muletazos de una profundidad y calidad enormes. El torero de Madrid lo entendió a la perfección y sobre todo toreando al natural, creó los momentos más emotivos y rotundos de la tarde, y también de la feria, pues sin duda alguna, para este servidor esta de El Juli será la faena de la feria. 

El público de Quito, sensible como es, vio la clase del toro y la dimensión de la obra que el torero español estaba construyendo y empezó a pedir el indulto para el de Triana. Tarea a la que se dedicó esmeradamente El Juli, que lució siempre al animal en el centro del ruedo. Y en esos terrenos, precisamente, buscó la igualada el torero para entrar a herir -sabedor de que la gente estaba muy a favor del indulto, desde luego- y a partir de ahí, la solicitud para que se perdonara la muerte al gran toro de Triana creció hasta que la Presidencia de plaza mostró el pañuelo naranja.

Obra cumbre de El Juli en Quito, quizá una de las más compactas, si no la mejor, que se le recuerdan al joven maestro en esta plaza. Al final, dos orejas y rabo simbólicos, para redondear una tarde enorme en Iñaquito.

Guillermo Albán cumplía su segunda comparecencia, luego de que en la tarde inaugural de feria estuviera poco centrado con su lote. Esta tarde, por tanto, la misión era "matar o morir". 

Y con esa convicción salió Guillermo a dar cara ante su primero, un buen toro de Mirafuente, con tranco y transmisión. Recibió con larga cambiada, que ya fue toda una declaración de intenciones. Toreó por verónicas, en un saludo largo y brillante hasta rematar en el mismo centro del platillo. Llevó al toro al caballo con un vistoso y templado galleo y realizó un ajustadísimo y vibrante quite por gaoneras, que caló fuerte en los tendidos.

Su trasteo de muleta fue largo, quizá demasiado, pero de cualquier forma todo lo hizo con temple, gusto y mando, tanto en los derechazos como en los naturales. El torero de Guayaquil evidenció sus ganas y la convicción de triunfar la tarde de hoy, y lo demostró en cada fase de su quehacer. 

Luego de pinchar arriba en el primer viaje, dejó una gran estocada que hizo rodar al toro de modo espectacular. Desgraciadamente, al momento en que el toro rodaba, Albán hizo un desplante y el toro, en un último estertor, se lo llevó por delante propinándole una aparatosa voltereta, de la que salió el torero con su muñeca fracturada. 

La plaza pidió la oreja, ganada a ley y más que merecida y luego de pasearla el torero, fue por su propio pie a la enfermería. Los doctores de plaza detectaron la fractura y fue conducido en seguida al hospital para ser tratado adecuadamente. Una pena por el torero, pero en cualquier caso, su cartel queda intacto tras firmar una gran actuación en la Plaza de Quito, en la que es un torero my querido.

El mexicano Joselito Adame tuvo también una tarde entondada en día de hoy. Su primero, de Triana, fue un complicado ejemplar que no es que diera muchas facilidades al torero. Así y todo,lució en el toreo de capa, haciéndose aplaudir por parte del respetable. 

Cubrió el tercio de banderillas con poco acierto, en tres pares de los que tan solo el primero resultó reunido y vistoso. Con la muleta su trasteo fue aseado aunque algo acelerado. Además, le costó al diestro de Aguascalientes dominar las embestidas del ejemplar, sin que la faena alcanzara cotas más altas. Entró a matar y dejó una estocada defectuosa de colocación, pero la gente pidió con fuerza la oreja y la presidencia la concedió.

Con el quinto de la tarde volvió a estar entonado con el capote, logrando calentar los tendidos en el quite, por zapopinas, que resultaron emocionantes y vistosas.

Estuvo francamente desdibujado con las banderillas, logrando colocar tan solo un par de los cuatro que intentó. Con la muleta estuvo nuevamente aseado, pero sin mayores apreturas y sin atacar demasiado. Mató de un estocadón hasta las cintas, un tanto tendido, que hizo rodar al toro de forma espectacular. La parroquia pidió atronadoramente la oreja, pero la presidencia la negó, decisión que generó una gran bronca en los tendidos, por no conceder la oreja pedida de forma mayoritaria. Dio vuelta al ruedo y saldó así su participación en la feria de Quito.

Cierre intenso y bello el de la Feria de Quito de este año, que tuvo como protagonistas al torero madrileño que asaltó in extremis las alturas  de  los  triunfadores del ciclo quiteño, y al torero de la tierra, Guillermo Albán, que alzó su voz para decir "aquí estoy, y aquí me quedo".

Será hasta el año venidero... si Dios lo permite.







viernes, 4 de diciembre de 2009

FERIA DE QUITO. 7ma. de Abono./CRÓNICA: CASTELLA DESPLIEGA SU MAJESTAD

RESEÑA

Lleno total en tarde muy calurosa y de viento. Se lidiaron cinco toros de TRIANA, mansos y flojos en general (destacó el 3ro, que fue muy noble y colaborador),  y uno de HUAGRAHUASI (6to., bravo, noble y con transmisión). El  tercer toro de la tarde, de nombre Gitanito, fue indultado por el torero francés. Julián López "El Juli" (obispo y oro) palmas y palmas; Sebastián Castella, dos orejas y rabo simbólicos y ovación; Luis Bolivar, oreja y oreja. El torero colombiano Luis Bolivar confirmó alternativa con el toro Lanudo, de TRIANA.

Finalmente rompió la tarde de hoy una Feria de Quito que venía un tanto gafada, ora por el mal juego del ganado lidiado, ora por fallos a espadas de los diestros actuantes. Y hoy, no es que haya habido ese toro que paga un abono, o que queda especialmente en la recordación del aficionado.


No. Lo que pasa es que hoy hubo en plaza un torero que está "que se sale", como se dice coloquialmente. Sebastián Castella mostró otra vez hoy en Iñaquito por qué es una de las principales figuras del toreo mundial en los actuales momentos.


Tuvo ante sí un primer astado de Triana en el que no veíamos -nosotros, pobres seres mortales y pecadores- mayores oportunidades de lucimiento: hizo una salida más bien sosita, rematando sin demasiada codicia en los burladeros; y luego, al envite del torero con la capa, la tomó bien, pero sin demasiado ritmo ni codicia. Eso sí, el toro tuvo una nobleza suprema, que fue a más durante el trasteo de muleta.



Así pues, el francés lanceó templado y sobrio a la verónica, despertando los olés del público presente, que por cierto,  está  muy a favor del diestro, desde siempre.


Con la muleta realizó una faena que fue, en primera instancia, de mucho mimo , sin obligar al toro, y de ir convenciendo las remisas y sosas embestidas del burel, sobre la base de un temple magistral, a pesar de las incomodidades del viento. Faena siempre a más e inteligente de Castella, que tuvo un momento de inflexión al pasarse al toro a milímetros de su humanidad, en un muletazo cambiado por la espalda, haciendo estallar el olé rotundo de la parroquia.

A partir de ahí, la faena fue ganando en intensidad, por la calidad de los muletazos, que fueron ligándose en un palmo de terreno. Largos, mandones y templados fueron los derechazos, y de igual factura también los ejecutados con la mano zurda.


Toreo macizo, sin nada accesorio o superficial, en una obra muy estructurada y de gran importancia. Incluso, hay que decir que el toro era "normal", sin mayores atributos o virtudes que hicieran pensar en un posible indulto, pero que en las manos del francés se hizo"excelente" y fue a más.


Gran trasteo que al final, por así pedirlo la parroquia y por decisión de la autoridad, terminó con el indulto de Lanudo, de Triana. Conveniente o no -ya el ganadero sabrá-,  lo cierto es que el torero estuvo rotundo, y mereció un premio notable, como el de las dos orejas y el rabo que le fueron entregadas de modo simbólico.


Con su segundo volvió a estar aplastantemente firme y templado, ante un ejemplar que de inicio acometió con alegría a la muleta del francés, pero que perdió rápidamente el resuello y se paró. Todo lo hizo el diestro de Beziers, en un trasteo de mucho temple y dominio total sobre su oponente.


Acortó distancias y literalmente se metió entre los pitones para arrancarle, de uno en uno, varios muletazos de mérito. Se pasó un tanto de faena el torero por tratar de agradar a la afición, y eso quizá le pasó factura al momento de ejecutar la suerte suprema. Por ello, pinchó hasta dos veces y tuvo necesidad de recurrir al descabello, con lo cual quedó sin el premio que le hubiese permitido abultar el "marcador" en la tarde de hoy.

La cruz la vivió sin duda Julián López "El Juli", que se estrelló con dos toros mansos, rajados y muy parados, que no permitieron ningún lucimiento al torero madrileño. Lo intentó de modo persitente Julián, sin poder hacer faena a ninguno de sus dos oponentes. Otra vez será;  quizá el domingo venidero.


El debutante colombiano Luis Bolivar cayó de pie en Quito. Le cortó una oreja a cada uno de sus oponentes, y lo que es más importante, dejó su cartel en alza para las ediciones venideras de esta feria.


A su primero, el de la confirmación, le hizo un trasteo limpio y templado, basado principalmente sobre la mano diestra, que tuvo eco en los tendidos. También con la mano zurda logró muletazos de buen trazo. Mató de estocada entera y en buen sitio, y la autoridad le concedió la oreja.

Su segundo fue, sin duda, el mejor toro del encierro. Marianillo, de Huagrahuasi fue un noble y colaborador ejemplar, que además tuvo transmisión y franquía en sus embestidas, por ambos pitones.


Bolivar estuvo aseado con él, aunque se echó en falta mayor ajuste y cercanías en su toreo por ambas manos. Quizá molestó mucho el viento al torero de Cali  y por ello su labor no fue del todo redonda. Se tiró a matar con mucha verdad y dejó un espadazo en gran sitio, de efecto fulminante. El público sacó pañuelos y la autoridad concedió el apéndice que le permitió abrir la puerta grande y acompañar a Su Majestad, Don Sebastián, en loor de triunfo.


Así las cosas, tenemos ya, al parecer, al triunfador del ciclo ferial quiteño del año 2009. Si me apuran, diré que Castella se lo merece, pues ha tenido una extraordinaria feria en las tres tardes en las que actuó. Sin embargo, quedan aún dos festejos en el abono, y todo puede suceder.



jueves, 3 de diciembre de 2009

FERIA DE QUITO. 6ta. de Abono.- CRÓNICA: Corrida de Expectación...

RESEÑA.-


Sexta corrida de Abono. Lleno, en tarde de mucho sol y viento persistente. Se lidiaron 3 toros de Huagrahuasi (1ro, 5to y 6to) y 3 toros del hierro de Triana ( 2do, 3ro, y 4to) desiguales en presentación y mansos aunque nobles en general, a excepción del primero, que tuvo clase y son en sus embestidas. Luis Francisco Esplá (sangre de toro y oro) ovación con saludos en ambos; José Tomás (sangre de toro y oro), ovación con saludos en ambos; Diego Rivas (obispo y azabache), silencio tras aviso y silencio.


Hace ocho largos años que el público de Quito vio por última vez a José Tomás en la plaza de esta ciudad. En aquella ocasión tuvo una actuación entonada, cortando una oreja y recibiendo un puntazo en su segundo oponente. Esta tarde, luego de todos esos años transcurridos, volvía a quito la figura agigantada y ya de leyenda del torero de Galapagar. Y como entonces, y quizá más aún hoy, la presencia de JT había despertado clamor y expectación inusitados. Todos nos las prometíamos felices, pensando y soñando que veríamos reeditar las tardes de gran triunfo del madrileño en las dos últimas temporadas., desde su retorno a los ruedos. Pero no, esta vez tampoco pudo ser.

Y todo en gran medida porque la materia prima primordial, el toro, no fue colaborador propicio para que se diera la apoteósis esperada en la tarde de hoy. La verdad es que el encierro compuesto por los toros de los hierros de Huagrahuasi y Triana, que habían sido grandes protagonistas de ciclos feriales pasados, en esta ocasión bajaron de tono y no estuvieron a la altura de circunstancias tan especiales como las de hoy.



El maestro alicantino Luis Francisco Esplá tuvo una actuación esforzada y siempre por encima de las condiciones de los toros que lidió. Su primero, un corpulento y atacado toro de Huagrahuasi, tuvo clase y transmisión en su embestida, pero su excesiva romana impidió, quizá, que su embestida fuera más larga y que tuviera un tranco algo mayor. A este, Esplá lo entendió a la perfección y lo recibió con solera y tersura a la verónica, haciéndose aplaudir de entrada por parte de la aficíon. 


Cubrió el tercio de banderillas con más voluntad que brillantez, aunque de los tres pares del tercio, el tercero fue un gran par, por reunión, colocación y dominio de terrenos.


Con la muleta estuvo en maestro, corriendo la mano con exquisito temple y suavidad en el toreo en redondo, de donde destacaron dos muletazos de gran empaque y profundidad. Cuando mejor lo estaba entendiendo y toreando, el pupilo de Huagrahuasi se rompió la mano izquierda, quitándonos a todos el caramelo de la boca, pues todo hacía presagiar una faena grande. Molesto y apesadumbrado, el maestro alicantino tomó la espada y pasaportó al buen ejemplar de un espadazo en todo lo alto. Recibió una muy fuerte ovación desde el tercio.



A su segundo, un terciado ejemplar de Triana, que embistió siempre sin emplearse y con la cara arriba, el veterano torero se la jugó de verdad, y tiró de oficio y valor para firmar un trasteo decidido con algunos pasajes de calidad, sobre todo por dominio de terrenos y poderío de su muleta. Lo pinchó en el primer viaje y dejó una media estocada arriba y en buen sitio; apenas constató la ubicación del estoque, el alicantino hizo el ademán de "ahí queda eso", y se retiró al burladero de matadores mientras el toro rodaba. Se escuchó otra atronadora ovación para el asolerado y añejo torero, que esta tarde decía adiós a los ruedos de Ecuador.


Como ya se dijo, José Tomás tampoco tuvo suerte esta tarde en Iñaquito. Penoso es que Quito no haya podido aquilatar la verdadera dimensión del diestro de Galapagar, aunque ciertamente esta tarde dejó en la arena de Iñaquito varios muletazos de bella factura, preñados de hondura, largura y verdad.


Su primero fue un toro manso y con clara tendencia a tablas, con el que José Tomás se inventó una faena a base de consentirle en los primeros pasajes del  trasteo de muleta. En las tandas siguientes, sin molestarle y mimándole mucho, fue metiéndole en la canasta hasta lograr varias tantas, sobre todo con la mano diestra, de enorme calidad y hondura: los muletazos fueron limpios y ligados, pese al viento reinante, y cada uno de ellos pareció eternizarse en el tiempo. Terminó su trasteo con unas ajustadas y templadas manoletinas, que fueron un gran colofón para su obra. Falló con la espada y por ello perdió el trofeo que prácticamente lo tenía en su esportón. Una lástima.



Con su segundo, que fue otro toro manso y muy agarrado al piso, José Tomás volvió buscar la forma de sacarle partido, logrando algún muletazo marca de la casa; pero al ver las mínimas prestaciones del de Triana, el torero se contagió en cierta forma de la modorra que transmitió su oponente. Esta vez también pinchó una vez antes de dejar media estocada desprendida. Saludó una fuerte ovación desde el tercio.


El torero local Diego Rivas tuvo una tarde opaca y anodina, pues no supo desentrañar las complicaciones y tampoco pudo sacar provecho de las bondades que le ofreció, por ejemplo, el primero de su lote, que fue un colorado ejemplar de Triana. Exigente galopó con son y alegría de salida, metiendo la cara con clase en los engaños. No se asentó con él en el toreo a la verónica, y permitió que el picador Braulio Almeida lo masacrara en el caballo, en dos puyazos fortísimos que acabaron con las buenas condiciones que apuntó el toro de salida. Tan culpable el picador como el torero, desde luego, pero se echó en falta un poco de sentido común  en el matador para cuidar al toro y dejar un material potable para la faena de muleta.


Así, el trasteo muleteril del torero de Latacunga fue aburridor y con poco contenido. Una pena, porque ciertamente el torero pudo tener buen material para hacer el toreo y triunfar, de haber sacado pronto al toro del caballo.


Con su segundo, sexto de la tarde, volvió a estar Diego totalmente espeso de ideas, sin ganas ni ambición. Mediada la faena de muleta, el toro buscó las tablas y el torero procuró insistir en esos terrenos, sin que aquello tenga ninguna emoción.


Terminó así una tarde en la que un maestro consumado se fue con su veteranía a flor de piel, aderesada con su siempre simpática sonrisa. Gracias torero, por todos los años que nos regaló con su maestría y particular personalidad. Se fue también el monstruo de Galapagar, el "inhumano", un torero de leyenda al que Quito, una vez más, no pudo ver en su real dimensión. ¿Volverás a Quito, José? Ojalá que sí.




martes, 1 de diciembre de 2009

FERIA DE QUITO.- 4ta. de Abono. CRÓNICA: Los tres, de vacío.



RESEÑA

Algo menos de tres cuartos de entrada en tarde de mucho sol y viento. Se lidiaron dos toros de Peñas Blancas (1ro.y 6to.), y cinco de Santa Coloma Internacional (incluyendo el 6to bis), deslucidos y complicados en general, exceptuando el 6to bis, que tuvo algo más de clase, movilidad y transmisión; pobremente presentados 1ro. y 2do. Uceda Leal, ovación y silencio; Antonio Barrera, vuelta y vuelta por su cuenta; Martín Campuzano, palmas y silencio.

La de hoy fue una tarde complicada para los toreros actuantes, fundamentalmente por el escaso juego que dio el encierro de Santa Coloma y Peñas Blancas. Limitadas las prestaciones de los bureles lidiados, que además no fueron fáciles para nada -tal y como es este encaste ganadero, por cierto-; para más inri, los tres diestros tuvieron como enemigo añadido al viento, que es un impertinente protagonista de todas las ferias capitalinas desde hace mucho tiempo. Algo habrá que hacer para remediar este inconveniente de una vez por todas.

El primero de Uceda Leal fue toro mal presentado -por chico- para una feria de la categoría de la de Quito, y que además acusó falta de raza y fuerza. Con él, el torero de Usera estuvo entonado y artista en ciertos pasajes del trasteo, toreando suave y con ritmo a la verónica, y luego, en tres tandas de multetazos por la mano diestra, llenas de plasticidad y hondura. También procuró brillar en el toreo al natural, pero la cosa no tomó demasiado vuelo, aunque hubo un par de naturales que fueron auténticos carteles de toros.

Y pare de contar, pues cada vez que el fino torero madrileño quería exigirle por abajo, el toro se escupía de la muleta y buscaba el abrigo de las tablas. 


Un mal viaje con la espada, que cayó en los bajos, hizo que su obra no fuera merecedora de una oreja, que a buen seguro la hubiera cortado de estar más fino con la espada. Recogió una ovación desde el tercio.


Su segundo oponente fue un incierto ejemplar de Santa Coloma, al que el torero de madrid dejó castigar en exceso en el caballo de Braulio Almeida. El toro salió hecho un marmolillo del castoreño y fue imposible hacer faena de muleta dadas las condiciones en las que llegó al tercio final de la lidia. Uceda abrevió, sin más.


Mal Santiguado se llamó el segundo de la tarde - que fue también mal presentado, al igual que el primero-, con el que se las vio el diestro sevillano Antonio Barrera. Saludó de capa algo acelerado y sin mayor lucimiento; con la muleta tampoco logró centrarse el torero, incomodado visiblemente por el viento; un toreo más sobre piernas y sin demasiado sometimiento fue el de Barrera a su primer oponente. Luego de una estocada desprendida hubo algunos pañuelos pidiendo el trofeo,  premio que no ameritaba la labor del diestro; la autoridad concedió  sin embargo una merecida vuelta al ruedo.

El segundo de su lote fue un toro serio, cuajado y muy en tipo del encaste, que peleó bravamente en el caballo de picar. Con éste, Barrera volvió a estar predispuesto y con voluntad, pero una vez más con demasiadas prisas y sin lograr someter de verdad a ese ejemplar, que tenía mucho para torear y pedía una muleta firme y sin dudas. Lo mató de una estocada arriba, algo desprendida, y esta vez el sevillano se regaló una vuelta que ni el público pidió ni la autoridad concedió.


El compatriota Martín Campuzano se las vio con un lote también complicado. Su primero fue uno de los ejemplares más hechos y cuajados del encierro, que no le dio facilidades al torero de la tierra; embistió siempre dando tornillazos, de forma descompuesta. Ante tal material, Martín no logró acoplamiento por ninguno de los dos pitones, aunque se evidenció las ganas agradar del torero local.

El sexto bis -que saltó al ruedo en sustitución del que resultò lesionado en el ruedo-fue el toro más potable de la tarde. Fue un bonito toro, serio por delante y armónico de hechuras, que tuvo un comportamiento más definido y claro ante los engaños. Un toro también para poderle y dominarle, pero que lastimosamente no consiguió Martín Campuzano.  Además, el viento sopló de manera persistente en incómoda a esa hora en la plaza.

Lo recibió alegre y firme toreando a la verónica, y hasta logró encender a los tendidos con un vibrante aunque algo tropezado quite por gaoneras. El inicio de faena fue esperanzador, pues hizo lo que debía de hacerse dadas las características del toro. También logró una primera tanta toreando con la mano diestra, que tuvo aguante y mando.

Fue feamente volteado en el centro del platillo y al parecer el percance mermó concentración en el torero, que a partir de entonces se espesó en su quehacer y no logró remontar la faena para obtener un posible triunfo. 

Lo pinchó arriba en el primer viaje y en el segundo encuentro dejó un estoconazo hasta las cintas, con mucha verdad, que hizo rodar al toro de forma fulminante. Escuchó palmas tibias al terminar su labor.


Al final, ni toreros puestos y curtidos en mil batallas en corridas "duras" como Uceda y Barrera, lograron descifrar las complejidades de los toros lidiados la tarde de hoy. El paisano, en cambio, tuvo una dura prueba para su limitado rodaje como matador de toros. Todo se andará, Martín...paciencia.