sábado, 10 de noviembre de 2012

Toros, toreros y...mucha lluvia


Reseña

Machachi.- Feria  "Señor de la Santa Escuela". Algo más de media plaza en tarde de mucha lluvia y frío. Se lidió un novillo de Rumiquincha para rejones, manso y con tendencia a las tablas, y 6 toros de Campo Bravo, muy bien presentados en general y de comportamiento variable; destacaron el 2do, lidiado por Guillermo Albán, bravo, noble y  de mucha calidad en sus embestidas, que recibió la vuelta al ruedo a sus despojos; y el quinto,  bravo y noble, aplaudido en el arrastre). Víctor Puerto (grana y oro): oreja, oreja y dos orejas; Guillermo Albán (malva y oro): dos orejas, palmas y silencio; Sebastián Peñaherrera (rejoneador): oreja.
Los alternantes, a hombros


La ciudad andina de Machachi acogió la tarde de hoy una corrida de toros con todas sus letras; es decir, incluyó todos los tercios, como debe caberle a un festejo taurino auténtico.

Y es que desde que Quito perdiera aquella parte tan sustancial de la fiesta que es la suerte suprema, por obra y (des)gracia de una consulta popular más que discutible, la afición quiteña no había tenido oportunidad de vivir la fiesta en su total integridad, al menos en las cercanías de la capital ecuatoriana, otrora epicentro y eje de la fiesta taurina en Ecuador.

Por ello, la tarde de hoy revestía una especial significación en el proceso de reivindicación de la fiesta en el Ecuador.

El Alcalde de Machachi y los toreros
Antes del inicio del festejo, el Alcalde de la localidad anunció la gran decisión del cabildo de declarar la Feria del Señor de la Santa Escuela y a la fiesta brava en general, como Patrimonio Cultural Inmaterial en todo el Cantón. Enhorabuena por la iniciativa, y que ello siente bases para que esta ciudad serrana vaya dando pasos firmes para la consolidación de su feria taurina.

La afición que se dio cita esta tarde pudo constatar, una vez más, la maestría, oficio y entrega del  español Víctor Puerto.  Todo cuanto realizó el coleta hispano tuvo sentido de alta responsabilidad, pues su lote no siempre prestó facilidades para el lucimiento. Su primero fue un toro flojo, que acudió al capote con la cara alta y sin entregarse. Sin embargo, Puerto lo supo entender y esperar y fue estructurando un vistoso trasteo en el que destacaron el dominio de los terrenos y las distancias para meter al toro en la canasta. Mató de media estocada en lo alto y cortó un trofeo más que merecido.

Buen natural de Víctor Puerto
El segundo de su lote fue un toro castaño de bonitas hechuras, pero que planteó más de una dificultad al espada. Con éste, volvió a estar Víctor muy solvente y seguro, derrochando honradez y oficio. En las primeras de cambio de faena de muleta la banda ya se había arrancado a tocar y acompañaba festivamente el quehacer del  coleta español. Como la cosa lucía más fácil de lo que realmente era, el torero mandó a callar a la banda, probablemente para que el aficionado presente degustara cómo debe lidiarse un toro de esas características. Mató al segundo encuentro y solamente ese fallo le privó de lo que era un seguro doble trofeo, cortando solamente uno.

Templado derechazo de Víctor Puerto
Pero no habíamos visto todo. Salió el que hizo quinto de la tarde, que fue otro de los ejemplares de alta nota lidiados esta tarde. Con éste, Puerto desplegó un toreo profundo y de mucha entrega, toreando sobre ambas manos con brillantez y logrando que el público se le entregara de manera absoluta. Tuvo además el gran gesto de brindar, por medio de los micrófonos instalados en la plaza, a todo el público asistente, a Guillermo Albán y a la fiesta brava de Ecuador, la lidia y muerte del ejemplar.

Hasta la lluvia, que cayó pertinazmente durante todo el festejo, amainó un instante para presenciar el buen trasteo del torero de Alcorcón. Mató de certera estocada y le fueron concedidas, con justicia, las dos orejas.

Albán toreando a la verónica
Por saltilleras, al primero de su lote
Guillermo Albán se encontró con un primer oponente que fue todo un compendio de virtudes: bravo, noble, y de largo recorrido en sus embestidas. Así lo vio el torero, cuando toreaba con la capa, haciéndole un guiño al propio ganadero que se encontraba en el tendido. Ante tal material, Guillermo se lució toreando de capa tanto en las verónicas de recibo como en un vistoso galleo con el capote a la espalda y posteriormente, por saltilleras. No pasó de un susto el feo achuchón que le propinó el pupilo de Campo Bravo cuando el torero no pudo reponerse a tiempo de una media vistosa verónica de remate, rodillas en tierra, siendo volteado aparatosamente por el toro de Campo Bravo.

Ya con la muleta, el torero de Guayaquil se estiró con clase toreando con la derecha para dibujar varias series muy plásticas y templadas. También logró momentos muy lucidos toreando al natural  y luego, en los muletazos en redondo. El toro, un gran colaborador en todo momento, tuvo solamente el defecto de sus escasas fuerzas que no permitieron que fuera a más. La gente pidió con fuerza el indulto para el ejemplar, pero la autoridad, quizá con exceso de rigor, no concedió. Luego de un pinchazo sin soltar, Albán ejecutó una gran estocada consiguiendo el doble trofeo de su primer oponente y la vuelta al ruedo, más que merecida, a sus despojos mortales.

 Derechazo de Guillermo Albán
El segundo de su lote fue un toro reservón e incierto. No permitió al torero de la tierra sentirse del todo a gusto,  a pesar de que se vio la entrega y empeño del torero por agradar al público. La faena de Albán no tomó vuelo además porque la lluvia arreció justamente en esos pasajes de la lidia y su quehacer no caló demasiado en el tendido. Mató de estocada delantera y perpendicular y escuchó aplausos del respetable.

El tercero de su lote fue el toro menos potable del encierro. Fue muy castigado en el caballo de picar, por lo cual apenas si se desplazó en el trasteo de muleta del torero de Guayaquil. Así las cosas, su labor no tomó vuelo y no tuvo mayor lucimiento. Mató de media estocada trasera y dos golpes de descabello.      

El debutante Sebastián Peñaherrera
Esta tarde marcó el debut del joven rejoneador Sebastián Peñaherrera, de 15 años de edad. Gustó el quehacer de este interesante prospecto del rejoneo del país, sobre todo por su buen dominio de las cabalgaduras y un buen sentido del temple y de la reunión de las suertes. Evidenció además que han servido las clases maestrantes de las insignes figuras del toreo como Pablo Hermoso de Mendoza y del luso Rui Fernandes. Entendió bien al ejemplar de Rumiquincha que le tocó en suerte y, si bien aún está verde, caló con su carisma y  entrega, que es por el momento lo más importante. Cortó una oreja luego de dejar un certero rejonazo en buen sitio.

Tenemos, pues, una nueva feria taurina en el país, que además se encuentra ya protegida de los embates abolicionistas. Enhorabuena, Machachi, por su afición y valentía. Que tomen nota los que vienen detrás, o los que ya van por delante. ¡Que viva la fiesta de los toros!

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