lunes, 1 de diciembre de 2008

4ta. de Feria. CRÓNICA / Embistieron los toreros.

RESEÑA

Lleno de no hay billetes en tarde templada y algo ventosa. Se lidiaron tres ejemplares de TRIANA (1ro., y 2do. mansos aunque muy nobles, y 6to.,con recorrido y transmisión)y tres de HUAGRAHUASI (3ro., 4to., 5to.) faltos de fuerza y nobles.

Julián López "El Juli", gran ovación y oreja con petición de la segunda; Guillermo Albán, oreja y oreja con petición de la segunda; David Fandila "El Fandi", oreja y oreja con petición de la segunda.

Guillermo Albán y El Fandi salieron a hombros.


CRÓNICA

Se cumplía hoy uno de los carteles más rematados del abono quiteño. Para esta tarde se había terminado el papel tanto en boleterías como en la reventa, y la plaza estuvo repleta de público.

Y si bien la corrida de los dos hierros de la casa Cobo no terminó de romper, por la mansedumbre y flojedad de varios de los ejemplares lidiados, el festejo tuvo mucha miga y varios pasajes de muchísimo interés.

Como por ejemplo, la gran tarde que brindó el torero madrileño El Juli, ante dos astados de distinta condición y de escasísimo fondo, ante los cuales derrochó sapiencia torera, pundonor y toda la raza que faltó en sus oponentes.

A su primero realizó una faena de un gran sustento técnico, que mostró la privilegiada cabeza del joven maestro. Tras un saludo capotero asentado y vistoso, estructuró una faena de muleta de un poderío enorme, dando las distancias y los terreno que el toro requería. Y si éste no se vino del todo abajo, fue precisamente porque se encontró con el pulso y el mando de El Juli.

Una faena para aficionados, como suele decirse, que si bien no tuvo espectacularidad, ofreció esa faceta de gran madurez y enorme conocimiento de Julián, a quien debió concedérsele una oreja de este ejemplar, luego de pasaportar al burel de estocada casi entera y un certero golpe de descabello, pero que, curiosamente, no fue ni siquiera pedida por la concurrencia. Y la verdad sea dicha, tampoco a la autoridad de plaza se le ocurrió echar mano de su fondo de afición para dársela, pues era premio más que merecido.

Con su segundo volvió a estar en un plan arrollador, a pesar de que el pupilo de Huagrahuasi, que era muy bonito de hechuras y que había realizado una salida alegre y vibrante, se rajó descaradamente a poco de comenzar el madrileño su trasteo de muleta. Labor que en principio estuvo llena de pellizco y torería, para luego sacar la raza y encarar al toro pegado a tablas, en donde embistió el torero para lograr triunfar a sangre y fuego. Luego de un pinchazo le recetó un estocadón que provocó la explosión de los tendidos pidiendo el trofeo para el torero. Se concedió una, y quizá, por el conjunto de su actuación, debieron ser dos. Digo yo...

Guillermo Albán hizo un gran esfuerzo esta tarde, pues vino con una cornada tierna y reciente en su muslo izquierdo, que sangró visiblemente toda la tarde.

Estuvo además muy predispuesto y decidido y no dejó en ningún momento de darles pelea a las dos figuras con los que se acarteló esta tarde.

El trasteo a su primero fue un dechado de temple y pulso. Supo comprenderlo perfectamente y darle el sitio adecuado para torear con mucha suavidad, tersura y lentitud. Todo cuanto hizo fue medido y tuvo eco en el tendido. El zénit de su actuación vino en unas dosantinas templadas y suaves, que pusieron al público de pie. Ha sido, ciertamente, una de las actuaciones más redondas que se le han visto hasta hoy en la plaza de Iñaquito al torero de Guayaquil. Lo pinchó en una ocasión antes de dejar una media estocada en muy buen sitio, que sirvió para pasaportar a su primer enemigo. Cortó la primera oreja de la tarde y dio una vuelta al ruedo muy ovacionada.

Su segundo fue un deslucido ejemplar de Huagrahuasi, que sin embargo tuvo una gran nobleza, de la que aprovechó Albán para sacar el poco partido que tenía. Lució con el capote, tanto a la verónica como en un ajustado quite por gaoneras; con la muleta estuvo firme y tesonero, echando el resto y arriesgando una barbaridad en los terrenos cercanos a los pitones de su oponente. Su voluntad y firmeza, unida a una gran estocada,algo trasera, atracándose de toro, le sirvieron para cortar la segunda oreja y abrir así la puerta grande, que se le había negado el año anterior por diversas circunstancias.

El Fandi dio fiesta grande con su ya proverbial capacidad atlética y maestría para cubrir el tercio de banderillas. Se mostró animoso con el capote en su primero, con el que destacaron los recortes a una mano, que fueron muy pintureros.

Con la muleta no logró remontar el vuelo de su trasteo, sobre todo por las mermadas condiciones de su oponente. Luego de pinchar una vez dejó una estocada hasta la empuñadura, que le sirvió para cortar un trofeo mayoritariamente pedido por la parroquia.

El que cerró plaza fue un toro que tuvo movilidad y algo más de transmisión que los anteriormente lididados. Con éste estuvo otra vez muy bullidor el granadino, tanto con el capote como con las banderillas, con las que volvió a brillar. Su faena de muleta fue más bien inconexa y sin estructura, y hasta resultó muy feamente volteado cuando toreaba por molinetes. Volvió a la cara del astado para pasaportarlo de un espadazo excesivamente bajo, que no fue impedimento, sin embargo, para que la gente le pidiera con fuerza las orejas. El presidente concedió sólo una y así aseguró la puerta grande, por la que saldría junto al ecuatoriano Guillermo Albán.

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