sábado, 29 de noviembre de 2008

2da. de Feria. CRÓNICA/ Dignidad y Actitud

RESEÑA

Lleno. Tarde de sol y mucho viento. Se lidiaron tres toros de CAMPO BRAVO (1ro., 3 ro., y 5 to.) mansos y descastados; el quinto se lesionó una de sus extremidades y se inutilizó para la lidia. Y tres de EL PINAR (2do., 5 to., y 6 to.) mansos y sin clase; y uno, de regalo, sobrero de la ganadería de TRIANA, complicado y peligroso.

Guillermo Albán, vuelta al ruedo y silencio; Sebastián Castella, oreja, silencio y palmas en el que regaló; César Jiménez, silencio y silencio.

Guillermo Albán sufrió una cornada en el tercio antero-superior del muslo izquierdo, de dos trayectorias: una ascendente de 20 centímetros y otra hacia abajo, de 10 centímetros. Ha sido intervenido en la Clínica NOVACLINICA.

CRÓNICA.

Tarde complicada y accidentada la de hoy, en la que los tres diestros actuantes debieron vérselas con muy manso y descastado encierro de Campo Bravo y El Pinar, del que no hubo apenas nada rescatable; la verdad es que en tardes así resulta difícil descifrar los contenidos y sacar renglones en limpio.

Digamos de cualquier manera que lo más notable fue la dignidad y actitud de los tres alternantes, que lucharon y se jugaron el tipo no sólo frente a las descastadas e inciertas embestidas de los ejemplares lidiados, sino también con el temible viento, que supone un enemigo por demás peligroso en el ruedo taurino.

Y de ello dará fe el compatriota Guillermo Albán, quien fue alcanzado por su primer oponente al ser descubierto por el aire.

Con él, el de Guayaquil estuvo entregado y pundonoroso, procurando hacer el toreo fundamental por abajo y llevarlo tapado con su muleta, para que no huyera a tablas.

Antes, el torero había saludado sin mayor brillo a la verónica y realizado un ajustado y lucido quite por chicuelinas, arrancando las primeras ovaciones de la tarde. Con la muleta trató de ligar tandas por ambos pitones pero ni el viento ni las pobres condiciones del bruto permitieron demasiado brillo.

En un muletazo natural el toro se le coló derribándole e infiriéndole una cornada en el muslo izquierdo, y un puntazo en el glúteo.

En un importante alarde de valor, el torero decidió permanecer en el ruedo para terminar su actuación; su desacierto con la espada le privó de pasear la oreja que tenía cortada con justicia, y todo quedó en una aclamada vuelta al ruedo.
Con su segundo, que fue otro toro muy deslucido, volvió a intentarlo pero esta vez visiblemente mermado de facultades por la cornada que llevaba. Tampoco pudo lucirse. Lo mató de estocada algo caída pero efectiva.

Ni con toro de regalo incluido logró redondear triunfo el galo Sebastián Castella. Ya le había arrancado una oreja al primero de su lote, luego de un trasteo muy asentado y firme, del que sobresalió el tramo final de su faena, compuesto por unas muy lucidas dosantinas, que calaron fuertemente en los tendidos. Mató de estocada entera y caída, pero que no fue impedimento para que la concurrencia le pidiera con mucha fuerza la oreja, que finalmente concedió la autoridad.

El segundo de su lote no había apuntado nada bueno en los primeros compases de su lidia. Cuando el francés se aprestaba a iniciar su faena de muleta, el de Campo Bravo se lesionó la mano derecha, y tuvo que abreviar Castella ante el enfado del público asistente.

Regaló un sobrero de TRIANA, que fue un toro muy serio y alto de agujas, que nunca se entregó a la muleta de su torero. Fue además peligroso e incierto: se venía andando y medía mucho al torero. Fue una labor cargada de sobresaltos, pues en más de una ocasión a punto estuvo el toro de echarse a los lomos al delgado diestro de Bèziers.

No acertó tampoco con los aceros y su labor fue silenciada.

César Jiménez pasó desapercibido por Quito en esta ocasión. No pudo refrendar su gran actuación de hace dos años, cuando en pleno diluvio indultó a Grandioso, de TRIANA.

La tarde de hoy pechó con dos mansos y descastados ejemplares. Para mayor inri, su primero fue muy mal castigado en varas, cosa que desagradó y puso a la contra a la parroquia, debiendo abreviar el torero de Fuenlabrada sin tener ocasión de mostrarse ante el público quiteño.

Con su segundo lo intentó y puso todo de su parte para que aquello tuviera algún brillo, pero nuevamente la falta de raza de su oponente y el viento confabularon en su contra.

A ver si mañana se enrumba la cosa, con astados que embistan y tengan un fondo mînimo de raza para que los toreros den espectáculo y la feria tome vuelo.

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