domingo, 7 de diciembre de 2008

9na. de Feria. CRONICA/ Ferrera y Adame cortan oreja

RESEÑA

Casi tres cuartos del aforo cubierto en tarde de viento, sol y lluvia aislada. Se lidiaron cuatro toros de Trinidad (1ro.bis, manso y parado 2do., bravo y con clase; 4to., flojo y 5to., con genio) y dos de Mirafuente (3ro., bravo y 6to., con movilidad y pero sin clase) bien presentados en general. Primero y tercero de lidia ordinaria se lesionaron en el ruedo.

José Ignacio Ramos, palmas y vuelta al ruedo ; Antonio Ferrera, palmas y oreja; Joselito Adame, oreja y palmas tras aviso.

Confirmaron alternativa el burgalés José Ignacio Ramos y el mexicano Joselito Adame.



CRÓNICA

Al cabo de varios años la empresa gestora de la Feria de Quito había programado un cartel de tres matadores banderilleros. La gente acudió de modo importante al llamado del cartel, compuesto por dos toreros españoles y un mexicano, en el que supuso el único cartel en el que no figuró ningún torero de la tierra.

El torero de burgos se las vio con un primer ejemplar que tuvo calidad en sus embestidas y metió bien la cara en la capa. Se aprestaba a ofrecer el tercio de banderillas a sus compañeros de terna, cuando el ejemplar de Mirafuente, que había apuntado cosas interesantes, se lesionó la mano izquierda. La autoridad, con buen criterio, devolvió el ejemplar a los corrales.

En su lugar saltó un colorado ejemplar de La Trinidad, muy ofensivo de pitones y montado hacia la cruz, que fue, además, imposible para la lidia, pues nunca se entregó, echó siempre la cara arriba defendiéndose y buscando el bulto en todo momento.

Lo macheteó por la cara el torero hispano, con oficio y buen hacer, y pasó más de una fatiga para poder despachar al deslucido ejemplar de La Trinidad.

Con su segundo pudo estar algo más a gusto, aunque tampoco el pupilo de La Trinidad fue un colaborador demasiado apto para que su trasteo alcance altas cotas. En todo caso, algo más dejó estar este astado al burgalés, y realizó una faena de tesón, pulso y temple para no molestar las escasas y flojas embestidas del toro. Media estocada en muy buen sitio, bastó para despenar al bruto, y dar una merecida vuelta al anillo.

Antonio Ferrera también vio como su primer oponente, un toro negro y alto de no muy armónicas hechuras, de Mirafuente, se lesionaba una de sus manos, cuando lo pasaba de muleta. Antes, había estado templado y limpio con el capote, y se había prodigado, junto a sus compañeros de terna, en un tercio de banderillas algo irregular. Hasta la lesión del toro, Ferrera corrió bien la mano por el pitón derecho, algo acelerado y con la muleta a media altura.

El que hizo quinto de la tarde fue un toro jabonero sucio, de bella lámina y bien hecho. Muy lucido fue el tercio de banderillas, con ajuste y espectacularidad, que caló en el público asistente.

Su trasteo de muleta fue vibrante y emotivo, pues el toro acometía con genio y bravuconería a la muleta del extremeño. Luego de un pinchazo y una estocada entera algo caída, le fue concedido una oreja, que la paseó ante los aplausos de la parroquia.

Quizá lo más vistoso y lucido de la tarde vino de las ejecutorias del torero mexicano Joselito Adame, cuya simpatía y carisma caló nuevamente entre la afición. Estuvo variado con el capote en el toro de su confirmación, y lució en un muy ajustado y rítmico quite por "zapopinas". Arriesgó con las banderillas, pues el toro apretaba hacia tablas y esperaba mucho, y aquello tuvo mérito.

Con la muleta estuvo templado sobre todo al inicio de su trasteo, mientras el toro tuvo gas y recorrido. Ya con el toro venido a menos, tuvo que acortar distancias y no siempre sus muletazos resultaron limpios. Así y todo, se le aplaudió al hidrocálido su entrega y buena disposición. Mató de una excelente estocada, por ejecución y colocación, y se le concedió una oreja de ley de su oponente. De hecho, la estocada bien podría ser la mejor del ciclo ferial.

El segundo de su lote fue un colorado y serio ejemplar de Mirafuente, con el que brilló nuevamente Adame en un bonito quite por chicuelinas, mostrando su gran variedad con el capote. Cubrió el tercio de rehiletes con corrección pero sin espectacularidad.

El toro llegó a la muleta del mexicano a su aire y sin humillar nada. Joselito le plantó cara en los medios, y estuvo muy valiente y firme, pues además, el viento arreciaba en aquellos instantes, lo cual hacía más complejo aún el trasteo. Debió torear siempre a media altura, por las características de su oponente. Falló con los aceros y se privó de abrir la puerta grande, que hasta ese momento la tenía entreabierta.

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